México. La principal caravana de migrantes centroamericanos que desafía al presidente Donald Trump con su caminata hacia Estados Unidos se fragmentó nuevamente en Ciudad de México, donde cientos reanudaron su camino este viernes mientras el grueso permanece en un albergue esperanzados de conseguir autobuses para llevarlos.
La noche anterior, en una asamblea se había decidido mayoritariamente que salían de la capital luego de fracasar en su pedido de que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) los dotara de 150 autobuses para facilitar su camino.
Pero de los más de 5.500 migrantes, en su mayoría hondureños, alojados en un albergue instalado por la alcaldía desde el fin de semana, sólo unos cientos reanudaron este viernes su marcha hacia la frontera norte de México, constató la AFP.
"Le dijimos a (las agencias de) la ONU que no los queremos volver a ver en nuestra caravana, nos han engañado", dijo Noé Martínez, un hondureño de 33 años que junto con otros migrantes que permanecen en el albergue dieron una rueda de prensa.
Este grupo, que asegura representar a migrantes de sus respectivas regiones de origen, acusó a la ONU de haberlos "abandonado" y acusaron al equipo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien alguna vez les prometió trabajo en México, de no cumplir su palabra.
"Hicimos una solicitud de encuentro con él o con su gente, pero fue rechazada directamente, nos dijeron que no teníamos derecho de tener una charla con ellos", aseguró el hondureño Rubén García.
Los migrantes que permanecen en el albergue instalado por la alcaldía en un centro deportivo, donde se les proporciona alimentos y atención médica, sostendrán un encuentro con "una persona", que rechazaron identificar, que les prometió tratar de conseguir 70 autobuses para las mujeres, niños y personas heridas o mayores.
Los que partieron lo hicieron al amanecer, la gran mayoría eran hombres jóvenes pero también se observó a algunas familias.
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“Nos vamos porque ya no podemos estar ahí esperando, solo nos dicen mentiras de que nos van a dar buses y nosotros pasando hambre, frío”, dijo a la AFP Socorro Díaz, una hondureña de 32 años que decidió partir con sus niños de 4 y 7 años.
El primer grupo
La caravana partió el 13 de octubre de San Pedro Sula escapando de la pobreza y la violencia y ha recorrido más de 1.500 km, la mayor parte a pie. Le siguen dos grupos más con unos 2.000 migrantes cada uno.
Estos centroamericanos están decididos a llegar a Estados Unidos pese a que el presidente Donald Trump, que los tacha de protagonizar una "invasión", ha advertido que no se dará asilo a quienes ingresen ilegalmente.
En la frontera con México ya han sido desplegados unos 4.800 militares a la espera de la llegada de las caravanas.
La alcaldía les facilitó trenes completos del metro para viajar sin paradas hasta el límite con el Estado de México y al mediodía caminaban sobre una amplia avenida que conduce hacia la autopista al estado de Querétaro.
"¡Gracias México!", gritaban los migrantes mientras se arremolinaban, con niños y ancianos, en los andenes del metro.
Los centroamericanos lucían cansados y llevaban a cuestas grandes mochilas con ropa, cobijas, y cosas personales.
"Llevo ropa, los juguetes de los niños y la foto de mi difunta esposa, por ellos es que Dios mediante voy a llegar a la frontera y hasta Estados Unidos. Prefiero morir a darles una mala vida" dijo Justin Cortez mientras caminaba apurado agarrando de la mano a sus gemelos de diez años. Su esposa fue asesinada por las maras violentas que han empujado muchos de los migrantes a huir.
Los migrantes se dirigen hasta la caseta de peaje de la autopista, por donde transitan a toda velocidad tráilers cargados con toneladas de mercancía.
Ahí pedirán a los vehículos que pasan les permitan subir para adelantar varios kilómetros, como hicieron en las carreteras del sur del país. Un joven murió al caer de un camión de carga, por lo que la policía federal que sigue la marcha prohíbe que vayan colgados.
Otro de los debates ha sido la ruta ha seguir hacia la frontera norte, de 3.200 km de largo y en la cual lo mismo hay un desierto, considerado una trampa mortal, y montañas imposibles de atravesar.
"Nosotras las madres que llevamos hijos les decimos que la ruta más segura es Tijuana", dijo una mujer en la asamblea.
Tijuana, en la costa del Pacífico, está a unos 2.800 km de Ciudad de México, la ruta más larga y una de las fronteras más vigiladas por Estados Unidos.
La ruta más corta, de 1.000 km, es hacia Tamaulipas, en la costa del Golfo de México, pero es la más peligrosa por la presencia de cárteles de las drogas. En el 2010 fueron asesinados ahí un grupo de 72 migrantes.