Naciones Unidas. Si las cumbres climáticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) suelen llevar el sello del país anfitrión, como afirman los expertos, la próxima COP 28 en Dubái se llevará a cabo bajo la influencia del poderío petrolero de los Emiratos Árabes Unidos, que ahora se promociona como campeón de las energías renovables.
Este reino del Golfo es “una compañía petrolera con su propio Estado”, critica un experto en la lucha contra el cambio climático.
De hecho, el presidente de la COP 28 que comienza el 30 de noviembre, Sultan al Jaber, es el líder de la empresa petrolera nacional ADNOC, enfatiza.
Uno de los “fallos inherentes de las COP” es la influencia de los intereses nacionales, especialmente del país anfitrión, afirma Ahmed el Droubi, de la ONG Climate Action Network, a esta agencia.
Durante la COP 27 en Egipto, donde el número de representantes del sector de hidrocarburos alcanzó un récord, surgió en el último minuto un respaldo a “las energías de bajas emisiones” como el gas natural, en el que El Cairo invirtió miles de millones en los últimos años.
Los activistas ecologistas aseguran que este año se necesita un compromiso más ambicioso debido a la urgencia: para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento del planeta a +1,5 ºC en comparación con los niveles preindustriales, es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 43% para 2030 respecto a los niveles del 2019.
Objetivos de la cumbre en Emiratos Árabes Unidos
Pero “por ahora, no hay ninguna reducción”, señala Karim Elgendy, investigador del centro de reflexión londinense Chatham House.
“La ventana de oportunidad es realmente pequeña”, continúa, dado que 2025 es el año en que se supone que se debe alcanzar un pico de emisiones.
En esta carrera contra el reloj, Jaber no es el único relacionado con los hidrocarburos: el neerlandés Wopke Hoekstra, quien representará a la Unión Europea en la COP 28, trabajó en la petrolera Shell.
Ambos han sido criticados, pero según Droubi, el emiratí “dijo lo más progresista que un responsable de la COP jamás haya dicho: ‘La reducción de las energías fósiles es inevitable’”.
“Unas palabras muy medidas”, matiza Elgendy, que señala que las potencias petroleras como los Emiratos, Arabia Saudita y Estados Unidos siguen reclamando nuevas inversiones en el sector para mantener el mercado antes de una posible transición.
“No podemos desconectar el sistema energético actual antes de construir el nuevo sistema para el futuro”, dijo recientemente Jaber.
Arabia Saudita denunció una posición “política” de la Agencia Internacional de la Energía cuando pide no invertir más en nuevos proyectos de carbón, petróleo o gas.
Sin embargo, los reinos del Golfo cambiaron su tono y ya no representan una “obstrucción”, sino que adoptaron una “posición heterodoxa”, afirma Elgendy.
No quieren dejar de emitir carbono como sugieren los expertos, pero proponen “gestionarlo, reutilizarlo y reciclarlo para finalmente almacenarlo en el subsuelo”, explica.
COP 28, una lucha contra el tiempo
Por un lado, en el Golfo estiman que el mundo siempre necesitará hidrocarburos y los suyos son “los más puros y los menos costosos”, afirma este experto.
En lugar de dejar de producirlos y venderlos, prefieren desarrollar simultáneamente energías renovables mediante proyectos de decenas de miles de millones de dólares cada uno.
Los activistas climáticos desean “separar el desarrollo de las energías renovables de la dependencia de los combustibles fósiles” y solicitan, por ejemplo, eliminar las subvenciones a los hidrocarburos lo antes posible, según señala Droubi.
Los países con producción de gas y petróleo priorizan soluciones incipientes o poco efectivas como la captura y almacenamiento de carbono o el mercado de créditos de carbono.
Las tecnologías de captura y almacenamiento, que el grupo de expertos en cambio climático de la ONU considera necesarias, aunque en pequeña escala, son vistas por algunos como una justificación para continuar la producción de combustibles fósiles en lugar de priorizar otras alternativas.
Los créditos de carbono son herramientas utilizadas por empresas que desean compensar sus emisiones de CO2 y promocionarse como “libres de carbono”, pero recientes escándalos demostraron que este sector abre muchas oportunidades para el lavado de imagen ecológica.
Farhana Sultana, profesora de la Universidad de Syracuse en Estados Unidos, las califica como “soluciones falsas” que ya se demostró que “a menudo son meramente una fachada”.
Elgendy no las considera “distracciones”, pero señala que estas tecnologías “requieren años para ser viables y no disponemos de ese tiempo”.
Porque, como afirmó recientemente el Secretario General de la ONU, António Guterres, el mundo no se está calentando, sino que está en “ebullición”.