Londres. Los nacionales o residentes en el Reino Unido que lleguen de zonas consideradas de alto riesgo por coronavirus como Sudamérica serán aislados en hoteles, que deberán pagar de su bolsillo, para evitar la importación de nuevas cepas, anunció el miércoles el gobierno británico.
Tras el descubrimiento de una nueva cepa originada en la Amazonía brasileña, el gobierno de Boris Johnson prohibió hace dos semanas las llegadas desde todos los países de América del Sur, más Panamá y Portugal.
La medida ya se aplicaba a Sudáfrica, donde también se halló una mutación del virus que causaba preocupación.
Sin embargo, la prohibición no se aplica a los ciudadanos británicos ni a los residentes en el país, que pueden regresar a sus hogares previa presentación de un test negativo de covid-19 y con el compromiso de aislarse durante 10 días tras su llegada.
No obstante, en el país más castigado de Europa por la pandemia, que el martes superó 100.000 muertes confirmadas por covid-19, el ejecutivo no quiere correr riesgos.
“Exigiremos a todos los que lleguen y no se les pueda denegar la entrada que se aíslen en alojamientos estipulados por el gobierno, como hoteles, durante 10 días sin excepción”, anunció Johnson el miércoles ante el Parlamento. “Serán recibidos en el aeropuerto y transportados directamente a la cuarentena”, agregó sin precisar la fecha a partir de la cual esta media entrará en vigor.
Se están “llevando a cabo” conversaciones con cadenas hoteleras cuyos detalles se concretarán la próxima semana, puntualizó después la ministra del Interior, Priti Patel.
Según estimaciones de medios británicos, la factura ascendería a entre 1.000 y 1.500 libras ($2.055) por persona.
El primer ministro también subrayó que “es ilegal” en el marco del tercer confinamiento aplicado actualmente al país “viajar al extranjero sin una razón válida” como cuestiones laborales.
Para asegurarse de que se respeta esta norma, explicó, se preguntará a los viajeros en puertos y aeropuertos el motivo de su desplazamiento y se les devolverá a sus casas si este no es apropiado.
Ante las críticas del líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, que lo acusó de haber desoído repetidamente los consejos de sus asesores científicos, Johnson aseguró que “no existen soluciones fáciles” cuando se trata de elegir entre salvar vidas o trabajos.
Futuro de las clases
En cuanto a las escuelas, cerradas desde las vacaciones navideñas, la reapertura “no será posible” a mediados de febrero como se previó inicialmente, advirtió.
Desde el descubrimiento en diciembre en Inglaterra de una nueva cepa del coronavirus mucho más contagiosa y posiblemente más letal, el Reino Unido no levanta cabeza.
El país tiene ahora puestas todas sus esperanzas en una campaña masiva de vacunación: hasta el martes se había administrado una primera dosis a 6,8 millones de personas y la segunda a casi 500.000.
El objetivo del gobierno es llegar a 15 millones -todos los mayores de 70 años, personal sanitario y personas con problemas de salud- a mediados de febrero.
Johnson explicó que, de lograrse, estos habrán desarrollado anticuerpos tres semanas más tarde por lo que el 8 de marzo se podrían reabrir los centros educativos y posteriormente levantar progresivamente el confinamiento.
Pero todo dependerá, puntualizó, de se que mantenga el ritmo de vacunación, se reduzca la presión en los hospitales y disminuya el número de fallecimientos diarios.
Los 1.631 decesos registrados la víspera llevaron el balance a 100.162 muertos.
Muy criticado desde el principio de pandemia por sus políticas erráticas, Johnson, que estuvo personalmente ingresado en cuidados intensivos por el covid-19 en abril, pidió disculpas por el terrible balance y asumió “total responsabilidad” por las acciones del gobierno.
Pese a que el país se encuentra reconfinado desde hace semanas, el profesor Calum Semple, miembro del grupo científico que asesora al ejecutivo, estimó, en declaraciones a la BBC, que podría haber unos 50.000 muertos más.