“Hacemos una arquitectura que busca el empoderamiento de la ciudadanía, la transformación… Nosotros no movemos un lápiz hasta no haber hecho un taller participativo con la comunidad a la que se va a atender o al usuario”.
Así describen los arquitectos Michael Smith y Alejandro Vallejo, de la firma Entre Nos Atelier, la filosofía y dinámica detrás de cada obra que diseñan.
Dentro de ellas se encuentra el edificio Cueva de Luz, situado en La Carpio, que fue reconocido este mes con el Gran Premio Bienal y con el Premio Bienal Nacional en la Bienal Internacional de Arquitectura Costa Rica 2016.
La Cueva de Luz se inauguró en agosto del año pasado. Allí el Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (Sifais) ofrece clases de música, arte, deporte, baile, dibujo y otras disciplinas a niños y jóvenes. Desde el 18 de abril el Ministerio de Educación Pública (MEP) también imparte lecciones diurnas a personas mayores de 15 años, por medio del programa ' Sacá el cole con Sifais' . El trabajo de esta organización se remonta desde el 2011 cuando operaba en otras instalaciones en la misma comunidad.
“El proyecto no nace de la arquitectura, nace desde las personas. Ya el proyecto tenía un alma, pero se necesitaba ese espacio”, recordó Smith.
Perseverancia
¿De qué manera Smith y Vallejo llegaron a involucrarse en esta iniciativa? Ambos recordaron durante una entrevista con La Nación que hace seis años participaron en una charla en la que hicieron referencia a sus proyectos de carácter social.
Entre el público se encontraba la comunicadora Maris Stella Fernández, presidenta del Sifais, quien se les acercó y les solicitó su apoyo para esbozar el edificio planeado para los niños y jóvenes de la fundación.
Sin pensarlo mucho, aceptaron y empezaron a idear cómo sería la estructura.
Sin embargo, el proyecto no estuvo ajeno a los obstáculos: hubo “frustración” y hasta estuvo a punto de no hacerse, pues no existían suficientes fondos para su desarrollo.
Vallejo contó que inicialmente se pensaba levantarlo con marcos de concreto y paredes de llanta. Luego, se pasó a un diseño que incluía marcos de concreto pero con un envolvente de metal.
Sin embargo, si se hacía de esa manera solo el esqueleto del edificio costaría $500.000, por lo que debieron buscar otras opciones. Entonces decidieron recurrir a la madera, un material que no era desconocido para ellos, pues con esta dieron vida al Centro Indígena Käpäcläjui, un espacio de capacitación en Grano de Oro de Turrialba.
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Acudieron al ingeniero Juan Tuk, experto en madera. Este material les ayudó a reducir los costos.
Así, construir todo el edificio saldría en $500.000.
Para materializar la obra buscaron fondos de empresas privadas, el Estado, por su parte, facilitó los permisos para su edificación.
El inmueble de cuatro pisos y 15 metros de altura –cuya construcción inició en el 2014- es de madera laminada y consiste en dos naves unidas por una rampa y una escalera central.
De acuerdo con Smith, el espacio se creó con ventilación cruzada y se maximizó la luz internamente. Además, la madera, al ser un material vivo, transmite calidez.
Surgimiento de Entre Nos Atelier
Vallejo, de 30 años y Smith, de 37 años, se conocieron cuando el primero trabajaba como asistente del arquitecto Franz Beer, quien, a su vez, era director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Veritas.
Smith se encontraba desarrollando un proyecto de impacto social en un precario y debía ir periódicamente a la dirección de este centro de estudios.
Poco a poco, la amistad entre ambos creció y tiempo después Vallejo se convirtió en estudiante de Smith.
Vallejo rememoró que un día Michael lo llamó y le sugirió que abrieran una oficina juntos.
Los dos congeniaban con el tipo de arquitectura que querían desarrollar: de carácter humanista, social y ambiental.
“Empezamos a hablar de no hacer una oficina normal en el sentido de diseñar cualquier cosa, sino darle una ideología, un enfoque”, mencionó Vallejo.
Así, a finales del 2009, nació Entre Nos Atelier. Uno de sus primeros trabajos fue la remodelación de una panadería, recordaron los arquitectos.
Actualmente, desarrollan todo tipo de proyectos: habitacionales, comerciales y de carácter social (donde en ciertos casos donan el diseño). Además, dictan conferencias a nivel nacional e internacional.
Los dos arquitectos son graduados de la Universidad Veritas, institución en la que en estos momentos también trabajan como docentes.
Para ellos, el camino recorrido en el mundo de la arquitectura -que les ha valido varios reconocimientos no solo por Cueva de Luz, sino por otros de sus diseños- no ha sido fácil. Les ha correspondido tocar muchas puertas para levantar varias edificaciones en comunidades en condiciones de pobreza.
“Mucha gente, cuando empezamos en esto, nos decían: ‘ustedes se van a morir de hambre, están locos. ¿Cómo se van a meter en eso?’. Y ahora se van dando cuenta que hay muchas posibilidades, que hay muchas necesidades y, más bien, nosotros decimos: ‘Ojalá que hubiese mucha competencia'”, expresó Vallejo.
Para Smith, los premios obtenidos gracias a Cueva de Luz lo llenan de satisfacción porque permiten validar que este tipo de iniciativas son importantes para el país.
“En la Bienal se presentaron proyectos que cuestan dos veces más de lo que costó el Sifais (Cueva de Luz) y donde solo viven tres individuos. En este proyecto, con la mitad del presupuesto, hay más de 150 voluntarios y casi como 1.000 personas beneficiadas. Es increíble. El país necesita más gente involucrándose en iniciativas como esta”, concluyó Smith.