Tijuana, México. Cuando el asesinato de su esposo la obligó a huir de Honduras y cruzar México con sus dos hijas pequeñas, buscando llegar a Estados Unidos,en los cálculos de Laura Brenne no estaba que un nuevo zarpazo político de Donald Trump podría hundirla en una mayor incertidumbre.
La decisión del mandatario de imponer aranceles crecientes a la totalidad de las exportaciones de México a partir del 10 de junio si el gobierno no detiene la migración ilegal, ha acentuado la zozobra en la que ya viven miles de migrantes que inundan las fronteras norte y sur del país.
“Si México frenara la migración, nosotros no tendríamos ni la posibilidad de entrar a su país”, dice Brenne, tratando de estimar los efectos de la virulenta jugada de Trump, cargada de cálculo electoral y económico, que altera las expectativas de esta joven viuda de 28 años.
Su esposo, que trabajaba como chofer, fue asesinado por las temibles maras porque su patrón se negó a pagar el “impuesto de guerra” que estos pandilleros cobran a muchos negocios en Tegucigalpa, capital de Honduras.
“Solo estamos esperando a entrar al otro país (Estados Unidos) para mejorar el futuro de nuestros hijos, más que todo”, explica Brenne, quien vive temporalmente en un albergue del norte de Tijuana.
En el mismo refugio, Gustavo Gutiérrez, un salvadoreño que fue soldado y policía, y que en otra oportunidad logró cruzar a Estados Unidos huyendo de amenazas muerte, expresa su frustración con Trump.
“No debería actuar así. En qué le afecta a él que nosotros estamos acá. ¡En nada!”, expresa Gutiérrez, quien aguarda para agosto su segunda cita en un tribunal de la ciudad vecina de San Diego, California, que fallará sobre su pedido de asilo.
Agrega que aunque algunos compatriotas están “haciendo desastres” en el país de Trump, la mayoría de los migrantes tienen ganas de trabajar y buscar un futuro para sus familias.
Gutiérrez pide directamente al presidente que no la emprenda contra México, un país que lo ha cobijado en su éxodo."Aquí nos ayudan, solo mire aquí en donde estamos, hay comida, aquí nos enfermamos y hay doctor", destaca.
Golpe económico
Pero los migrantes son solo el lado más cercano y frágil de un conflicto que puede golpear letalmente a la industria mexicana orientada a la exportación.
Desde aguacates hasta partes de aviones, México envía el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos, que sumaron unos $350.000 millones en el 2018 y equivalen casi al 30% de su producto interno bruto (PIB).
Y aunque aún no se ha concretado la amenaza de Trump, en Tijuana, una ciudad dolarizada por su intenso intercambio con el país vecino, el alza del tipo de cambio ya golpea el bolsillo de sus ciudadanos.En menos de 24 horas, la paridad pasó de 18 a casi 19 pesos por dólar.
“Ya ahorita nosotros tenemos un impacto al mercado que alguien lo tiene que pagar y al final lo va a pagar el consumidor”, manifiesta Luis Hernández, presidente de INDEX, un gremio local de exportadores.
En Juárez, la mayor ciudad del estado de Chihuahua y vecina de El Paso, Texas, la medida acecha a su vital industria maquiladora, que ensambla infinidad de bienes cuyo destino exclusivo es el mercado estadounidense.
Gracias #Tijuana. Hoy tenemos la responsabilidad de ganar esta elección, nos enfrentamos a un partido y a un candidato que destruyen lo que hemos construido: estancias infantiles, apoyo a migrantes, seguro popular. ¡No podemos seguir así! Razona tu voto este 2 de junio. 🙌🏻 #OVM19 pic.twitter.com/uXEuEnhPXx
— Oscar Vega Marín (@OscarVega_MX) May 27, 2019
“No se puede presupuestar un aumento a los aranceles en 10 días (...) eso no puede pasar”, dice con incredulidad el alcalde Armando Cabada, quien afronta el fuerte incremento migratorio a su ciudad.
Para Alejandro Sandoval, presidente del influyente Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas en Juárez, asimilar a los migrantes a la industria local sería la mejor estrategia para México.
“Pero con inteligencia de elevar la productividad”, advierte el experto, quien llama también a considerar la dura situación de quienes migran.
“No puedes cerrar la puerta en la cara a alguien que viene huyendo de una situación de extrema violencia o de extrema pobreza”, agrega Sandoval.
Mientras Trump busca forzar a México a tomar acciones más estrictas para detener el explosivo flujo migratorio, que él considera una amenaza de seguridad nacional y que creció a un ritmo “insólito” este año, según autoridades mexicanas, defensores de derechos humanos también presionan.
Desde Chiapas, estado fronterizo con Guatemala y puerta de acceso del grueso de la migración ilegal, más de 120 ONG exigieron el viernes al Gobierno mexicano ser “congruente con su compromiso de implementar una política migratoria de respeto a los derechos humanos y no represión”.
Analistas coinciden en que el gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador ha pasado de una política de puertas abiertas a una de contención y detención de la migración, en solo seis meses de gestión, sin complacer a nadie.
En Tijuana, Laura López, una mexicana que también busca llegar a Estados Unidos huyendo de la violencia en su natal Michoacán (oeste), resume el dilema que Trump ha impuesto al Gobierno de su país: “Como se dice, nos quiere fregar por un lado y por otro”.