Londres. Los británicos volvieron al teletrabajo este lunes y el gobierno emprendió una carrera contrarreloj para administrar antes de fin de año vacunas de refuerzo a todos los adultos contra la variante ómicron, que ya dejó al menos un muerto en el país.
“Lamentablemente ómicron está produciendo hospitalizaciones y, lamentablemente, se ha confirmado que al menos un paciente ha muerto”, comunicó el primer ministro Boris Johnson al visitar uno de los centros de vacunación ante los que se formaban largas filas para recibir una tercera inyección.
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“Al final del día de mañana serán la mayoría de los casos y no deja de aumentar”, advirtió Johnson, cuya administración se ha propuesto la titánica misión de haber ofrecido una tercera dosis a todos los mayores de 18 años antes del 31 de diciembre.
Esto implica casi un millón de inyecciones diarias, para lo que se abrieron más centros de vacunación, durante más horas al día y con la ayuda del ejército. Sin embargo, la página web que permite pedir cita se colapsó el domingo por la noche, tras un discurso a la nación de Johnson, y el lunes seguía con problemas.
Dicho servicio informaba también que se agotaron los tests de antígenos que la sanidad pública inglesa distribuye gratuitamente y que ahora se deberán realizar a diario quienes sean contacto cercano de un infectado con ómicron.
Unos 15 días después de su aparición en el país, se han registrado ya 3.137 casos de esta variante en el Reino Unido, aunque se cree que el número real es muy superior. Según el ministro de Sanidad, Sajid Javid, ya es responsable del 40% de las infecciones en Londres.
Al respeto, Johnson llamó a “dejar a un lado” la “idea de que esto es de alguna manera una versión más suave del virus”. “Lo mejor que podemos hacer es vacunarnos todos”, insistió.
Teletrabajo y pasaportes sanitarios
“¡No pensé que habría tanta gente! Es increíble”, afirmó Sarah Jackson, una londinense de 29 años que esperaba frente a un centro de vacunación donde se anunciaban dos horas para registrarse y dos más para recibir la inyección.
”Voy a ver a mis abuelos por Navidad, pero no sé si será suficiente”, explicó lamentando que pese a haberse tomado la mañana libre tendría que faltar al trabajo y criticando al gobierno por haber reaccionado tarde.
De 66 millones de habitantes, el Reino Unido, que con más de 146.000 muertos es uno de los países de Europa más afectados por la pandemia, ya había decretado la semana pasada medidas de precaución contra ómicron como el uso de mascarillas en casi todos los lugares cerrados y el teletrabajo, que entró en vigor este lunes.
No obstante, a primera hora de la mañana el tráfico era intenso en zonas de oficinas como la City de Londres, comprobó un periodista, y muchos autobuses circulaban abarrotados. A partir de esta semana, también se exigirán pasaportes sanitarios en lugares masificados como clubes nocturnos y estadios de fútbol.
Estas medidas han enfurecido a algunos diputados del Partido Conservador de Johnson, que el martes amenazan con una gran rebelión cuando el Parlamento vote las nuevas reglas que, sin embargo, tienen la aprobación garantizada gracias al apoyo del opositor Partido Laborista.
Sería un nuevo duro revés para el primer ministro, muy debilitado por una serie de escándalos relacionados con supuestas fiestas celebradas en Downing Street, el pasado invierno, cuando estaban prohibidas por la pandemia y los británicos se vieron privados de reuniones familiares navideñas.
Ante una economía que empieza a despegar tras el levantamiento de la mayoría de restricciones contra la covid-19, el pasado verano, el Ejecutivo se resiste a cerrar comercios o escuelas, obligando a los padres a quedarse en casa con sus hijos.
Así, a la espera de conocer el impacto para la salud de esta variante altamente contagiosa, detectada por primera vez en noviembre en Sudáfrica y que se propaga por todo el mundo, "nuestra estrategia ha sido ganar tiempo para evaluarlo y construir nuestras defensas" evitando que los hospitales se vean desbordados, explicó Javid al canal Sky News.
Debido al rápido aumento de los contagios, el nivel de alerta se elevó el domingo de tres a cuatro, el segundo más alto en una escala de cinco, lo que indica que “la transmisión es alta” y la presión sobre la sanidad “significativa o creciente”.