Montevideo. El embarazo adolescente lastra la vida de miles de jóvenes y reproduce la pobreza en Latinoamérica, además de generar a los países gastos millonarios que podrían evitarse, advirtió la ONU en un estudio presentado este miércoles.
“El embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana son fenómenos que impactan fuertemente en la trayectoria de vida de miles de mujeres en América Latina”, señaló el documento del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el organismo encargado en la salud sexual y reproductiva.
“El embarazo adolescente es una fábrica de pobres en América Latina”, expresó Federico Tobar, asesor regional de esa agencia.
El estudio titulado Consecuencias socioeconómicas del embarazo en la adolescencia en seis países de América Latina y el Caribe, analizó la situación de Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Paraguay.
Según el informe, las niñas y adolescentes que son madres suelen abandonar la escuela para criar a sus hijos, lo que se traduce en una mayor dificultad para seguir los estudios y encontrar empleo bien remunerado.
Casi la mitad de las madres de 10 a 19 años se dedican exclusivamente a tareas domésticas y tienen tres veces menos oportunidades (6,4% frente 18,6%) de obtener un título universitario que aquellas que postergaron la maternidad, al tiempo que ganan en promedio 24% menos, indicó el estudio.
Asimismo, las mujeres que tienen hijos después de los 20 años ganan un promedio anual de $573 más que aquellas que son madres antes de esa edad.
Vulnerabilidad
Estas circunstancias condicionan la independencia de las mujeres, lo que las hace más vulnerables a la violencia de sus parejas.
“La consecuencia es que su potencial de desarrollo se ve afectado, puede estar en peligro y asimismo es posible que caiga atrapada en un círculo vicioso de pobreza y exclusión”, afirmó Harold Robinson, director de UNFPA para América Latina y el Caribe.
El estudio también detalló los costos que implican para los países latinoamericanos el tratamiento de los embarazos en adolescentes.
UNFPA alertó sobre la pérdida de ingresos que supone para los estados, ya que el embarazo en la adolescencia compromete la participación de estas mujeres en el mercado laboral y su aporte al sistema tributario.
Los seis países incluidos en el informe “tienen un costo vinculado al embarazo adolescente y la maternidad temprana de alrededor de $1.242 millones, lo que equivale a 0,35% del PIB (producto interno bruto) de estos países”, afirmó Tobar.
El documento detalló que en el 2018 los seis países estudiados dejaron de recaudar $746 millones en impuestos, unos $110 por mujer, ya que las madres adolescentes pagan menos tributos y tienen menor consumo debido a sus condiciones sociales y laborales.
Maternidad por accidente
Indicó también que la crisis por la covid-19 ha empeorado la situación, al registrarse alrededor de medio millón de embarazos adolescentes adicionales durante la pandemia.
“Si consiguiéramos prevenir el embarazo adolescente todos ganan: gana el Estado, el sistema de salud, la recaudación, pero fundamentalmente ganarían las mujeres y sus hijos porque estamos asumiendo que la gran mayoría de esos chicos van a vivir bajo la línea de pobreza”, declaró Tobar.
Según UNFPA, Latinoamérica presenta la segunda tasa de fecundidad (66,5 por cada 1.000) más alta del mundo entre mujeres de 15 a 19 años. Además, dos terceras partes son embarazos no planificados.
“Estas cifras son alarmantes, pero se tornan más críticas cuando observamos que, en muchos casos, ha mediado la violencia sexual”, destacó Robinson.
República Dominicana (100,6 por cada 1.000), Nicaragua (92,8), Guyana (90,1), Guatemala (84), Guayana Francesa (82,6), Venezuela (80,9) y Panamá (78,5) presentan las tasas más altas.
De los seis países del informe el índice mayor lo presenta Guatemala (84), seguido de Ecuador (77), México (66), Argentina (64), Paraguay (60) y Colombia (57).
Según los especialistas, el embarazo temprano en América Latina se debe principalmente a la ausencia de educación sexual, desconocimiento, falta de acceso a métodos anticonceptivos y barreras legales y culturales.
“La mayoría de adolescentes tienen su inicio sexual sin usar anticonceptivos”, lamenta Tobar.