Río de Janeiro. Con sus hospitales saturados y ante el aumento en el número de muertes por coronavirus, los gobiernos estatales y municipales de Brasil han comenzado a imponer cuarentenas obligatorias que contravienen la voluntad del presidente Jair Bolsonaro, quien dice que la pérdida de empleos es más dañina que la covid-19.
La movilidad de los brasileños ha sido totalmente restringida en menos de dos docenas de ciudades dispersas a través del extenso país de 211 millones de habitantes, aun cuando el número de muertos en Brasil supera los 12.000, la mayor cantidad de Latinoamérica.
Aunque los expertos en salud pública exigen medidas más drásticas, la mayoría de los gobernadores y alcaldes no han emitido órdenes de confinamiento para la población. Su aparente renuencia surge mientras Bolsonaro continúa enviando el mensaje de que los habitantes desafíen las medidas de salud pública locales y regionales dispuestas para contener la propagación del virus.
Las cuarentenas más estrictas son necesarias porque los médicos brasileños ahora se ven obligados a escoger entre quién vive y muere, y, si aumentan las situaciones de triaje, podrían generar inquietud entre la sociedad, dijo Miguel Lago, director ejecutivo del Instituto de Estudios para Políticas de Salud, que asesora a funcionarios de salud pública en Brasil.
“Tenemos que evitar un desastre total”, comentó.
LEA MÁS: Divisiones políticas retrasan respuesta de Brasil al coronavirus
Lago indicó que las cuarentenas obligatorias en gran parte del país ayudarían. “Es tarde para evitar el colapso hospitalario, pero sin duda no es muy tarde para evitar una mayor catástrofe”, afirmó.
Brasil tenía más de 177.000 casos confirmados el martes, y se cree que el número real es mucho más elevado por las pocas pruebas que se realizan. Muchas unidades de terapia intensiva de los hospitales están llenas y los cementerios se saturan.
Bolsonaro, quien calificó al virus como una “gripecita”, ha insistido durante más de un mes en que los gobernadores atizan una masacre económica con recomendaciones de cuarentena voluntaria, y exhorta a los brasileños a continuar con sus vidas diarias.
El martes reiteró sus críticas a los gobernadores que hicieron caso omiso a su decreto de que los gimnasios, barberías y salones de belleza fueran considerados servicios esenciales.
Gobernadores timoratos
En medio del rechazo de Bolsonaro al peligro que supone el coronavirus, la mayoría de los 27 gobernadores del país han criticado su postura, pero ninguno ha impuesto las medidas de confinamiento obligatorias a nivel estatal recomendadas por los expertos. En su lugar, han optado por confinamientos selectivos en las ciudades o delegado esas decisiones a los alcaldes.
Los gobernadores esperaban que el virus no se propagara en el clima cálido de Brasil, pero su reacción es también un reflejo del panorama político del país, porque los gobernadores dependen de los alcaldes para que apoyen sus campañas de reelección.
Muchos se preocupan de que imponer cuarentenas obligatorias podría dañar a los gobernantes locales en las elecciones municipales de este año, lo que reduciría el apoyo para los gobernadores en sus campañas del 2022, dijo Thiago de Aragão, director de estrategia de la consultora política Arko Advice.
Pero luego de que la cantidad de muertos pasó de menos de 7.000 a más de 10.000 la semana pasada, las autoridades locales comenzaron a adoptar medidas más estrictas contra el virus.
LEA MÁS: Encuesta: imagen de Bolsonaro y su gobierno pierde terreno
La comunidad ribereña de Tefe, en la región amazónica, fue una de las primeras con un decreto que contempla cargos penales para los residentes que salgan de casa excepto para hacer visitas a hospitales, farmacias y supermercados. El alcalde Normando bessa de Sá la impuso porque solo aproximadamente la mitad de los 60.000 residentes de Tefe cumplieron con una recomendación previa del gobernador del estado de Amazonas de tomar precauciones por el virus.
Quienes no cumplieron “creen que son inmortales, que no les dará”, publicó el alcalde en Facebook.
En los siguientes tres días, los gobernadores de Maranhão, Pará y Ceará, en el norte y noreste del país, decretaron cuarentenas para sus capitales luego de que comenzaron a llenarse sus unidades de terapia intensiva con enfermos de covid-19.
Pero Río de Janeiro y São Paulo todavía no imponen órdenes de confinamiento a nivel estatal o municipal, aun cuando son las jurisdicciones más golpeadas en Brasil.
“Debieron haberse impuesto hace tres semanas, cuando la epidemia ya estaba incrementándose, pero todavía no a la velocidad que lo hace ahora”, manifestó Margareth Dalcolmo, especialista en enfermedades respiratorias e investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz.
“Les hice esa recomendación más de una vez”, señaló Dalcolmo, experta de un panel de covid-19 que asesora al gobernador de Río.
El gobernador de Río, Wilson Witzel, ha decretado recomendaciones no vinculantes y restricciones comerciales hasta finales de mayo. Se comprometió a habilitar a agentes de la policía para que los 92 alcaldes del estado puedan imponer confinamientos, en lugar de hacerlo él mismo.
En otro ejemplo de los dispersos confinamientos locales de Brasil, el alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, prohibió el lunes a las personas que no sean residentes de la ciudad ingresar a 11 vecindarios y ordenó el cierre de todos los negocios, salvo supermercados y farmacias, en las favelas.
“La gente todavía no ha percibido la necesidad de evitar reuniones, de quedarse en casa”, se quejó Crivella.
En la mayoría de la gente, el nuevo coronavirus causa síntomas leves o moderados, como fiebre y tos. El riesgo de muerte es mayor para los ancianos y personas con enfermedades preexistentes.
El lunes, las ciudades de Niteroi y Sao Goncalo, cerca de Río, autorizaron multas y cargos penales por violar las órdenes de permanecer en casa. La Policía de Niteroi tomó la temperatura de aquellos que entraban a la ciudad, y subió a un hombre y a sus dos perros a una camioneta de la policía luego de que presuntamente se negó a mostrar sus documentos para justificar haber salido de su casa.
En el estado de São Paulo, el gobernador João Doria pidió a los residentes ponerse en cuarentena al tiempo que cerró las escuelas y la mayoría de los negocios. Casi 70% de los 44 millones de habitantes del estado cumplieron en un principio, pero esa cantidad cayó por debajo del 50% en las últimas semanas, de acuerdo con los datos del operador de telefonía celular proporcionados por el estado.
La popularidad de Doria, quien busca llegar a la presidencia, aumentó luego de que desafió a Bolsonaro.
El alcalde de São Paulo limitó esta semana la cantidad de vehículos que circulan en la ciudad al 50% del flujo habitual. Imágenes en televisión mostraron largas filas de personas que subían a autobuses llenos, lo que representaba una clara violación de las directrices de distanciamiento social.