Salisbury, Reino Unido. El ministro de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson dijo este martes que su gobierno responderá “contundentemente” si se confirma que hay algún Estado tras el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal en una ciudad inglesa.
“Puedo asegurar a la Cámara que si surgen pruebas de la responsabilidad de un Estado, el gobierno de Su Majestad responderá apropiada y contundentemente”, dijo Johnson en una comparecencia urgente en el Parlamento en la que se confirmó que el hombre envenenado en Salisbury era Skripal.
“Aviso a los gobiernos de todo el mundo de que ningún intento de cobrarse una vida inocente en el Reino Unido quedará sin castigo ni sanción”, sentenció Johnson.
La Policía británica buscaba en Salisbury la sustancia usada para envenenar al exespía ruso Sergéi Skripal y a su hija Yulia, que seguían graves y cuyo caso recuerda al asesinato de Alexánder Litvinenko.
Un vocero de la embajada de Rusia en Londres dijo estar “impresionado” por las declaraciones de Boris Johnson. “Habla como si la investigación ya hubiera terminado, como si Rusia hubiera sido juzgada responsable de lo que pasó”, afirmó. En Moscú, un portavoz del Kremlin indicó que Rusia estaba “dispuesta a cooperar” en la investigación, pero que no había sido requerida.
Skripal, de 66 años, fue hallado el domingo prácticamente inconsciente junto a su hija de 33 años en un banco próximo a un centro comercial de esta ciudad del sur de Inglaterra en la que vivía.
Ambos “no tenían heridas visibles y fueron trasladados al Hospital del Distrito de Salisbury. Están siendo tratados por exposición a una sustancia desconocida”, manifestó este martes la Policía del condado de Wiltshire, precisando que uno de los miembros de los servicios de urgencias que les atendió está también hospitalizado en observación.
Una testigo, Freya Church, explicó a la BBC que los dos parecían haber tomado “algo muy fuerte”.
“Ella estaba apoyada en él. Parecía que se había desmayado. Él hacía unos movimientos extraños con la mano, mirando al cielo”.
Litvinenko, otro espía ruso que se convirtió en enemigo del Kremlin, murió en el 2006 al cabo de una agonía atroz al ser envenenado por agentes rusos que colocaron polonio en su té en Londres, en lo que fue tildado de primer caso de terrorismo nuclear.
Su viuda, Marina Litvinenko, explicó a la prensa británica que tuvo una sensación familiar cuando vio las imágenes de los investigadores con sus monos amarillos y escafandras buscando la sustancia que envenenó a Skripal.
El diputado Tom Tugendhat, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes dijo que, “aunque es muy pronto”, el asunto “tiene todos los distintivos de un atentado ruso”.
Skripal, un coronel ruso que pasó información a los servicios secretos británicos, fue descubierto y encarcelado en Rusia, pero finalmente entró en un canje de espías en el aeropuerto de Viena en 2010 y vivía en el Reino Unido desde entonces.
El episodio alteró la vida de Salisbury, una pequeña ciudad de 45.000 habitantes conocida por su espléndida catedral medieval.
"Es la intrusión de algo horrible en la vida de una ciudad tranquila”, se lamentó el reverendo local Kelvin Inglis, de 56 años.
¿Como Litvinenko?
El precedente Litvinenko –la investigación concluyó que el presidente Vladimir Putin estuvo posiblemente al corriente– y las sospechas que rodean a las muertes en el Reino Unido de otros enemigos del Kremlin, como la del multimillonario ruso Alexánder Perepilichny, llevaron a establecer comparaciones.
Mark Rowley, comandante de la Policía antiterrorista británica, dijo a la radio BBC que “es claramente un caso muy inusual”.
El comandante pidió cautela. “Creo que todos tenemos que recordar que los exiliados rusos no son inmortales, todos se mueren y puede existir la tendencia a las teorías de la conspiración”.
“Pero al mismo tiempo hemos de ser conscientes de las amenazas de Estado, como se puso de manifiesto en el caso de Litvinenko”, avisó.
“Todavía no se ha confirmado si fue asesinado, pero tras la patética respuesta británica al asesinato de Litvinenko con polonio en Londres, ¿por qué Putin no iba a volver a hacerlo?”, se preguntó el ajedrecista ruso Garry Kasparov, fiero crítico del presidente ruso.
La respuesta de Londres se limitó entonces a imponer sanciones a los dos sospechosos del asesinato de Litvinenko, que nunca fueron juzgados y volvieron a Rusia, y no hubo represalias a niveles más altos, pese a que la investigación señaló a Putin.