Una familia de Yunnan, China, se llevó una gran sorpresa al enterarse que el animal con el que convivieron durante dos años no era un perro, sino un oso negro asiático que está en peligro de extinción.
Según la familia, era un perro mastín tibetano, una raza que se caracteriza por su abundante pelaje y gran tamaño; no obstante, cuando el animal empezó a crecer, notaron que comía más que un perro común.
Al principio no se alertaron, porque los perros mastín tibetano pueden llegar a pesar 70 kilos (si es macho); sin embargo, la mascota a quien bautizaron como Little Cute Blackie, pesaba 120 kilos a sus dos años.
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Cuando la familia notó algunas características extrañas en Little Cute Blackie, decidieron llevarlo al veterinario. Además de su peso, no era normal el tamaño ni la apariencia de sus colmillos, su extraño “ladrido”, que era más bien un gruñido y que podía mantenerse en dos patas durante un tiempo prolongado.
Una vez en el veterinario recibieron la sorpresiva noticia: el perro en realidad era un oso. Al ser una especie en peligro, las autoridades chinas separaron al animal de la familia y lo llevaron a un centro de conservación de especies en vía de extinción.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) la población de osos asiáticos disminuyó entre un 30 y un 49% en los últimos 30 años. Las principales causas son la caza deportiva, la comercialización de su piel o el uso de su bilis en la medicina tradicional.
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