Punta de Tralca. Los obispos chilenos iniciaron este lunes una asamblea extraordinaria para analizar las raíces de la crisis actual que vive la Iglesia católica en el país, lastrada por los escándalos de abuso sexual y encubrimiento, y cómo superarla.
“Queremos reflexionar en profundidad sobre los temas que aquejan a la Iglesia, en particular, la crisis en estos días: las causas, las raíces y poder mirar hacia adelante y ver cómo ir superándola”, dijo a la prensa el portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Fernando Ramos, a las puertas del centro de ejercicios de Punta Tralca, frente al océano Pacífico, en el litoral chileno.
Los obispos chilenos, que estarán reunidos hasta el viernes, también quieren tener "mejor colaboración con las fiscalías" que investigan el abuso, así como el encubrimiento por parte de la jerarquía eclesiástica.
“Estamos llegando a un punto de mayor diálogo; con la Fiscalía queremos hacer un convenio para poder transmitir la información adecuada”, dijo monseñor Ramos, que se mostró preocupado por “proteger a los menores de edad y perseguir a los que cometen delitos contra ellos”.
Precisamente, uno de los fiscales, Emiliano Arias, que investiga las denuncias de abusos sexuales en la Iglesia chilena confirmó este lunes que hubo destrucción de pruebas por parte de religiosos, en un intento por encubrir y entorpecedor las investigaciones.
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Uno de los casos más sonados de posible encubrimiento es el del cardenal y arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, citado a declarar ante la justicia el próximo día 21 de agosto en calidad de imputado, precisamente por Arias.
La Fiscalía ordenó el allanamiento del arzobispado de Santiago y halló denuncias de varias víctimas contra religiosos de la diócesis, entre ellos, la mano derecha de Ezzati, el sacerdote Oscar Muñoz, acusado de abusos sexuales contra varios menores, entre los que se incluyen varios de sus sobrinos.
El Papa todavía mantiene en el cargo a Ezzati, quien al igual que el resto de los obispos chilenos le presentaron en bloque su renuncia el pasado mayo, cuando los convocó al Vaticano. Hasta el momento Francisco solo ha aceptado la renuncia de cinco, cuatro de ellos acusados de encubrimiento.
El viaje de Francisco a Chile en enero último precipitó la crisis. Tras pedir perdón en varias ocasiones y la defensa pública del exobispo de Concepción, Juan Barros –acusado de encubrimiento por víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos– le granjearon virulentas críticas que le obligaron a tomar cartas en el asunto ordenando una investigación profunda.
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Desde entonces, el Papa envió en febrero y en junio al obispo de Malta, Charles Scicluna, y al sacerdote español Jordi Bertomeu a Chile para escuchar a las víctimas e invitó en mayo al Vaticano a varias de las que más han luchado por que se condene a los culpables.
Según la Fiscalía, hay constancia de 266 víctimas, 178 de ellas menores y adolescentes, de abusos sexuales por miembros ligados a la Iglesia católica, y mantiene abiertas 36 investigaciones, mientras que 108 ya terminaron.
En su primera reacción sobre este asunto, el presidente Sebastián Piñera dijo este fin de semana que las autoridades de la Iglesia católica chilena “pudieron y debieron” haber evitado muchos abusos.