Madrid. Enterrado el jueves en el barrio madrileño de El Pardo, el cuerpo embalsamado de Francisco Franco descansa ahora cerca del palacio que habitó durante la dictadura. Entre sus vecinos se cuentan los nostálgicos de su régimen y otros que preferirían “vivir en paz”.
Llegados en helicóptero, los restos del dictador, que dirigió España con mano de hierro entre 1939 y 1975, fueron exhumados de su monumental mausoleo a 50 km de Madrid, para ser reinhumados en una cripta junto a su esposa, en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio.
El Pardo es un símbolo de la historia franquista. Una vez obtuvo el poder tras ganar la guerra civil (1936-1939), el Caudillo hizo del palacio real de El Pardo su residencia.
Militares y miembros de su escolta personal vivían en alojamientos construidos para ellos en este barrio de unos 4.000 habitantes, ubicado a unos 30 km del centro de la capital española.
“No tengo palabras para decir lo que siento. Todo esto es una pura vergüenza”, afirmó Rosa Ortega, una secretaria de 48 años, en la calle Heroísmo y cuyo padre era uno de los militares que vivían allí.
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Ella no tiene recuerdos directos de Franco, pero rememora los elogios de su padre hacia el dictador: “Hombre de Estado”, “militar aguerrido”.
En El Pardo “solo había gente de confianza, gente corriente”, pero “no es como antes, ya se han vuelto las chaquetas”, dijo Rosa. “Y los rojos de Podemos (partido de izquierda radical) están aquí también, están en todas partes”, afirmó.
La cara de El Pardo
Colindante con un bosque, el barrio ha cambiado de rostro desde el fin de la dictadura, con la llegada de nuevos habitantes. Entre ellos Amaia Gómez, gerenta de una empresa de 38 años.
“Yo tengo dos niños y trabajo en Madrid, así que para mí es un lujo estar aquí”, expresó Amaia. “Al principio me lo pensé mucho” ante la posibilidad de “tener por vecinos gente con la que no comparto nada políticamente, pero hay de todo” y finalmente “todo está bien”, señaló.
“La población ha cambiado mucho”, confirmó José Martinez, un policía jubilado que vive aquí desde hace más de 30 años. “Ya no hay franquistas. Gran parte de ellos fallecieron y los otros han vuelto a sus pueblos”.
Pero aún quedan en El Pardo nostálgicos del dictador, a quien le atribuyen principalmente el haber sacado al país de la pobreza y la devastación. Por ejemplo, Pablo Ramírez, de 42 años, opuesto a la exhumación.
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“Es una profanación. Hacerlo 40 años después de su muerte, ¡qué cobardía!”, manifestó.
Otros residentes preferirían no tener a un vecino tan llamativo.
“No sé si es tan buena idea que se quede aquí. Ahora puede venir más gente porque es muy cerca de Madrid”, a diferencia del Valle de los Caídos, más alejado, se lamentó Amaia Gómez.
Con la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, España cumple consigo misma.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) October 24, 2019
Se pone fin a una afrenta moral, se da un paso más en la reconciliación que solo puede descansar en la democracia y la libertad. Hoy nuestra democracia se prestigia a los ojos del mundo. pic.twitter.com/0fTdDkV7mW
En la puerta de un café, el jubilado Miguel Muñoz se preguntó: “¿Qué va a pasar todos los 20 de noviembre?”, fecha del aniversario de la muerte de Franco, cuando se suelen concentrar los franquistas. “Solo queremos vivir en paz, hay que pasar página, ya somos muy mayores”.
El jueves, más de 200 nostálgicos, entre ellos habitantes del barrio, se reunieron con símbolos franquistas frente al cementerio, en repudio de "la profanación" de la tumba del dictador.
“Pasar página es complicado”, reconoció Amaia Gómez. “Pero vamos en la buena dirección”, agregó.