Turku. Un astillero finlandés ultima los detalles del “Icon of the Seas” (Ícono de los Mares), el crucero más grande del mundo, antes de su primer viaje en enero de 2024, en pleno repunte del sector después de la pandemia de covid-19.
Más similar a una pequeña ciudad que a un barco, el buque encargado por Royal Caribbean presenta múltiples parques acuáticos y más de 20 cubiertas. Cinco veces más grande que el Titanic, tiene capacidad para casi 10.000 personas.
“Actualmente, que sepamos, este barco es el crucero más grande del mundo”, señaló Tim Meyer, director general del astillero Meyer Turku, encargado de su construcción en la costa suroeste de Finlandia.
Mientras algunos lo califican como una “monstruosidad”, citando su considerable huella climática, otros elogian su sofisticada ingeniería y adquieren boletos masivamente.
Una característica única del nuevo barco, cuya construcción comenzó en 2021, es su enorme cúpula de cristal que cubre la proa.
El sector de los cruceros se recupera luego del impacto de la pandemia de covid-19.
Según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Cruise Lines International Association, CLIA), se espera que el volumen de pasajeros supere los niveles pre-pandemia en 2023, alcanzando los 31,5 millones de pasajeros.
“Una vez que las restricciones se levanten y la situación se calme, veremos una fuerte recuperación del mercado”, pronosticó Meyer.
“Mayor rentabilidad”
Meyer Turku también tiene otros dos buques de tamaño similar en su cartera de pedidos.
“Durante la última década, los cruceros se han vuelto más grandes”, explicó Alexis Papathanassis, profesor de gestión de cruceros en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bremerhaven, Alemania.
Según él, existen beneficios económicos evidentes para los barcos de gran tamaño, ya que reducen el costo por pasajero al aprovechar economías de escala.
Con siete piscinas, un parque, toboganes de agua, áreas comerciales, una pista de patinaje sobre hielo y “más espacios que cualquier otro barco”, el “Icono de los Mares” también proporciona más oportunidades para gastar dinero a bordo.
Esto, “a su vez, permite a las compañías de cruceros ser más rentables”, agregó.
Es un respiro para la industria de cruceros, que tuvo que asumir deudas para sobrevivir al confinamiento global debido al coronavirus.
La tendencia hacia embarcaciones más grandes continuará, según pronosticó Papathanassis, pero a un ritmo más pausado debido al contexto económico.
“Cuanto mayor sea el barco, mayores serán los costos de inversión y la experiencia tecnológica requerida. Y la experiencia tecnológica no es económica”, explicó.
“Más grandes que nunca”
Desde el punto de vista climático, algunos sostienen que la eficiencia energética de un barco grande es más relevante que la de varias embarcaciones pequeñas. Sin embargo, esta perspectiva no es compartida por todos.
“Si seguimos esta lógica, construiremos cruceros más grandes pero en menor cantidad”, argumenta Constance Dijkstra, especialista en transporte marítimo de la ONG Transport & Environment (T&E).
“Pero eso no es lo que ocurre. Vemos más y más barcos, y son más grandes que nunca”, indicó.
A pesar de que las embarcaciones modernas toman medidas para mitigar las emisiones a través de tecnología - el “Icono de los Mares” funciona con gas natural licuado (GNL) -, los ecologistas no están convencidos.
El GNL emite menos que los combustibles marinos convencionales, pero “causa graves consecuencias climáticas debido a las fugas de metano” que provoca, advierte Dijkstra.
El gas natural licuado, compuesto principalmente por metano, es un potente gas de efecto invernadero que puede tener un impacto aún peor en el clima que el dióxido de carbono.
“El dilema es que al utilizar GNL como combustible marino, estamos impulsando el crecimiento de la industria del gas”.