Katsina. La familia de Lariya Abdulkareem, cultivaba soja en su aldea del estado noroccidental nigeriano de Katsina, antes de que las amenazas de ataques de bandidos los obligaran a abandonar sus tierras para ir a trabajar a otro sitio.
Alimentar a su familia es cada vez más difícil, dijo su abuela, con la inseguridad en las carreteras que complica las entregas de maíz, mijo y soja.
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La suya es una de miles de familias con niños que sufren la creciente desnutrición del noroeste de Nigeria, enfrentada a una combinación de inseguridad, encarecimiento de combustibles y alimentos, así como un azote de enfermedades como el sarampión, según autoridades médicas y agencias humanitarias.
"No podemos acceder a los sitios que íbamos antes", comentó Abdulkareem con su nieta de siete meses en brazos en una clínica instalada un año antes por las autoridades de salud y Médicos Sin Fronteras (MSF).
El noroeste de Nigeria es arrasado por bandas de milicias que invaden aldeas, roban ganado y secuestran gente por recompensa. Cientos de miles de personas son desplazados en las regiones centro y noroeste, y murieron en la violencia, al igual que en el conflicto yihadista de 13 años que dejó más de 40.000 muertos.
La mayoría de los organismos de ayuda operan en el noreste de Nigeria, donde dos millones de personas fueron desplazadas, pero pocos operan en el noroeste.
El aumento de la desnutrición severa es uno de los resultados de la compleja crisis en el noroeste de Nigeria, que amenaza a decenas de miles de niños, según MSF, con casi 44.500 menores admitidos a programas nutricionales en Katsina de enero a junio de este año.
Solo en Katsina, MSF y autoridades locales de salud se preparan para atender este año a 100.000 niños desnutridos. Nafisa Sani, una autoridad sanitaria de Katsina, informó de que el estado registró números “elevados” de desnutrición, incluso para una región acostumbrada a enfrentar ese fenómeno.
Dentro de las clínicas en carpas, niños menores de cinco años, algunos en cuidado de emergencia, son pesados, medidos y diagnosticados por desnutrición, según personal médico.
"Tenemos casos de sarampión, hay hambre, y con el bandidaje tenemos muchos desplazados. Eso afecta a los niños", lamentó el pediatra Yakub Abubakar, quien trabaja en una clínica de MSF en la ciudad de Katsina. "Y esto es solo en un estado".
Bandidos e inflación
El MSF en Gummi, en el estado vecino de Zamfara, dijo que sus equipos examinaron en junio a más de 36.000 niños de menos de cinco años tras una alerta nutricional. Más de la mitad de los niños estaban desnutridos y uno de cada cuatro sufría de desnutrición severa y requería de atención médica urgente.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Nigeria ocupa el primer lugar de África y segundo del mundo en desnutrición infantil. Alrededor de 8 millones de niños en el noroeste están desnutridos, según la agencia.
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La inseguridad incide cada vez más en el fenómeno. El miedo a los ataques de las milicias de bandidos radicados en los bosques vecinos de Rugu, en las áreas de Katsina aledañas a la frontera con Níger, alejó a muchas familias de sus tierras de cultivo.
Solo este año, 1.000 personas fueron desplazadas por la violencia o las amenazas en tres zonas de la región de Jibiya, según pobladores y una fuente del Gobierno local.
Muchos cruzaron la frontera para permanecer con sus familias en Níger, otros permanecen con familiares en la ciudad de Katsina y otros están en dos campamentos cercanos a la ciudad. “La gente teme ser secuestrada, asesinada o desplazada”, dijo Nuhu Iliya, una autoridad sanitaria del Gobierno local de Jibia.
El noroeste de Nigeria a menudo enfrenta inseguridad alimentaria, especialmente en los meses posteriores a la cosecha cuando se agotan las existencias. En tanto, la invasión rusa a Ucrania golpeó el suministro de trigo y provocó aumentos en los precios de combustibles y alimentos.
Agricultores en los campos cercanos a la ciudad de Katsina dijeron que el precio de las semillas de sorgo, mijo y maní se duplicó desde el inicio del año.
Wasila Abdullahi, de 24 años y madre de tres, indicó que los aumentos impactan su vida. Una medida de maíz costaba 400 nairas (un dólar) pero ahora vale 550 nairas. ”A veces no tenemos suficiente para alimentar a la familia”, contó mientras su hija Khadija jugaba a sus pies. La niña de dos años sufrió desnutrición mientras se recuperaba de sarampión. “Nuestros ingresos han caído”, dijo.