Lisboa. Dos meses después de una importante operación de abdomen, el papa Francisco llega el miércoles a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en la que participarán un millón de jóvenes católicos de todo el planeta.
A pesar de sus dos hospitalizaciones este año, Francisco, de 86 años, acude con un programa cargado para este viaje de cinco días, el 42º desde su elección en 2013.
El Papa pronunciará nada menos que once discursos y mantendrá una veintena de encuentros en estos días en la capital portuguesa.
Jorge Bergoglio, cuyo estilo directo y espontáneo goza de fuerte popularidad entre los jóvenes, abordará temas importantes para esta generación, como el desafío climático, en un momento en que la Iglesia Católica pierde arraigo en Europa y reflexiona sobre su futuro.
Los organizadores esperan alrededor de un millón de peregrinos de todos los continentes para esta semana de encuentros festivos, culturales y espirituales que se inaugurará el martes. El gobierno portugués pronostica entre “un millón y millón y medio de personas”.
“La visita papal más larga jamás realizada a Portugal” implicará el despliegue de 16.000 mil miembros de las fuerzas del orden, de protección civil y del servicio de urgencias médicas, indicó el responsable del Sistema de Seguridad Interior, Paulo Viseu Pinheiro.
Varias carreteras y estaciones de metro cerrarán, un desafío para esta ciudad de 550.000 mil habitantes que ya acoge numerosos turistas en esta temporada estival.
Encuentro con víctimas de abusos
El miércoles, el Papa realizará su primer discurso ante las autoridades del país y el cuerpo diplomático. El jueves y el viernes se reunirá con grupos de jóvenes y voluntarios.
El sábado pasará la mañana en el célebre santuario de Fátima, situado a 130 kilómetros al norte de Lisboa, donde ya estuvo en 2017, y participará en una gran velada en un parque en la capital antes de presidir la misa final el domingo.
En la principal plaza de Lisboa, banderolas verdes de la JMJ rodean la inmensa estatua del Marqués de Pombal.
Un poco más arriba, la estructura metálica del altar donde se celebrará el servicio del domingo toma forma en el parque Eduardo VII, que domina los barrios antiguos de la capital bañados por el río Tajo.
El pontífice tiene previsto también un encuentro privado con víctimas de agresiones sexuales sobre menores cometidas por miembros del clero portugués, seis meses después de la publicación de un informe impactante sobre la cuestión.
El estudio, encargado por la jerarquía eclesiástica portuguesa a una comisión de expertos independientes, estableció que al menos 4.815 menores fueron víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia desde 1950.
Como el resto de Europa, Portugal, con un 80% de sus 10 millones de habitantes que se declaran católicos, se enfrenta a “un retroceso de la religiosidad”.
Pero “ciertos grupos siguen siendo bastante fuertes”, por ejemplo, entre los universitarios, afirma José Pereira Coutinho, socióloga de la religión en la Universidad Católica Portuguesa.
Programa flexible
“Muchos jóvenes con quienes me encontré no van regularmente a la misa del domingo (...) El papa Francisco es una gran fuerza de atracción para estos jóvenes que tienen una relación muy distante con la Iglesia. Esto pide un modelo diferente de nuestra parte”, explica el obispo auxiliar de Lisboa y presidente de la Fundación JMJ, Américo Aguiar.
Este evento creado por el papa Juan Pablo II en 1986, que constituye la congregación católica más grande del mundo, estaba previsto para agosto del 2022, pero fue aplazado por la pandemia.
Después de Río de Janeiro (2013), Cracovia (2016) y Panamá (2019), esta es la cuarta edición de la JMJ para Francisco, que se desplaza en silla de ruedas o con ayuda de un bastón.
Su programa puede ser adaptado en función de su estado de salud “alrededor de los encuentros esenciales”, dijo monseñor Aguiar.
“Somos conscientes de los límites del papa”, concluyó.
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A pesar de estos repetidos avisos médicos, Francisco continúa viajando, con una agenda especialmente repleta en los próximos meses.
Después de Lisboa, debe viajar a Mongolia a principios de setiembre y después a Marsella, en el sur de Francia, el 23 de setiembre.