Londres. Dio sus primeros pasos en territorio inglés en medio de la lluvia y la bruma en un día de mayo. Arash es uno de los 27.000 migrantes que han realizado el peligroso cruce del canal de la Mancha desde Francia en este año, tres veces más que en el 2020.
El bote neumático en el que navegó este iraní de 28 años luchó contra enormes olas y tuvo que evitar buques cargueros gigantes en una de las rutas marítimas más transitadas del mundo durante cinco horas, para después ser interceptado por los guardacostas británicos.
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Actualmente, Arash es solicitante de asilo en el Reino Unido, al igual que la mayoría de los migrantes ilegales llegados desde comienzos de año, tres veces más que los 8.400 registrados en el 2020 a bordo de embarcaciones precarias. Esta situación empezó en el 2018 tras cerrarse los accesos al puerto de Calais y al Eurotúnel, que utilizaban los migrantes escondidos en vehículos.
Este año, 36 de ellos encontraron una trágica muerte en la Mancha, 27 en un solo naufragio que conmovió a la opinión pública, el mes pasado. Aunque, para Arash, que prefiere no dar su verdadero nombre, la recompensa vale la pena: “cuando ya no tienes esperanzas en tu país y tu vida está en peligro, terminas haciendo cosas peligrosas, como ésta”, confesó.
Este exestudiante de ingeniería partió de Irán en el 2018 para llegar al norte de Francia después de cruzar Grecia, Serbia y Alemania. En su camino, pagó miles de euros a los traficantes de seres humanos y utilizó dos pasaportes falsos.
Para llegar al Reino Unido pagó otros €2.500 euros ($2.800) para hacinarse en una embarcación junto a 27 personas, entre ellas dos niños pequeños. La mayoría eran eritreos, iraníes y afganos.
‘Retrasos inaceptables’
“Por supuesto que (el bote) estaba sobrecargado”, recordó Arash, quien se hizo a la mar con un sentimiento “entre miedo y esperanza”. Estas travesías de migrantes hacia el Reino Unido se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza político para el primer ministro británico, Boris Johnson, y su ministra del Interior, Priti Patel.
Durante la campaña del Brexit, en el 2016, sobre la que Johnson ha cimentado su éxito, prometió a los británicos “recuperar el control” de sus fronteras. Sin embargo, la cantidad de solicitantes de asilo devueltos hacia la Unión Europea (UE) ha disminuido desde entonces, y Londres se encuentra ahora excluida de los acuerdos de retorno entre los Estados miembros.
Las llegadas masivas de migrantes también han envenenado sus relaciones con Francia, a la cual el gobierno británico critica por no evitar suficientemente las partidas desde su suelo, pese a los fondos enviados con este objetivo.
Un gran “despilfarro de dinero”, de acuerdo al director ejecutivo de Refugee Action, Tim Naor Hilton, quien achaca al gobierno “años de mala gestión” y un sistema que “no puede enfrentar” la situación.
“El ministerio del Interior se toma más tiempo que nunca en dictaminar sobre las solicitudes” de asilo, añadió Hilton, y “estos retrasos inaceptables se traducen en que los refugiados pasan largo tiempo en este sistema y es difícil encontrarles viviendas”.
Duro proyecto de ley
Un controvertido proyecto de ley presentado por el gobierno, que prevé medidas más duras para los traficantes, pero también contra los migrantes, está siendo examinado por el Parlamento. Si es promulgado, los solicitantes de asilo llegados ilegalmente al país, como Arash, serán devueltos a “países seguros” por los que transitaron previamente.
Asociaciones de defensa de los derechos humanos están indignadas por este texto. No obstante, de acuerdo al gobierno, creará “un sistema de inmigración más justo, aunque firme”, que “protegerá a los más vulnerables y reprimirá la inmigración ilegal y a las bandas criminales que la propician”.
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En realidad, Arash “esperaba algo mejor” de la vida en Inglaterra. Tras registrarse en Dover, actualmente espera en un hotel cercano al aeropuerto londinense de Heathrow una decisión sobre su solicitud como refugiado.
Al igual que las travesías, las solicitudes de asilo aumentaron drásticamente en los últimos dos años, de 2.738 casos en diciembre del 2019 a 16.794 en setiembre del 2021. Las condiciones de espera se han degradado, al punto de que Arash se pregunta qué hace aún en “este lugar que se parece un poco a una prisión”.