Kabul. Enfermera de uno de los hospitales de Kabul, Latifa Alizada era el principal sustento de su familia, formada por su esposo desempleado y sus tres hijos.
Ahora, con los talibanes en el poder, ella también está desempleada y preocupada por el futuro.
La mujer de 27 años dejó su puesto en el Hospital Jamhuriat cuando el grupo islamista radical comunicó que no pagaría los salarios e impuso reglas que la obligaban a usar un velo y trabajar segregada de sus colegas masculinos.
“Dejé mi empleo porque no hay salario. No hay nada de salario”, declaró la mujer tomando las manos de sus dos hijos.
“Si voy me dicen ‘no trabaje con ese tipo de vestido, no trabaje con hombres, trabaje con mujeres’. Esto es imposible”, expresó en un mercado de Kabul.
“Para nosotros no hay diferencia entre hombres y mujeres porque somos trabajadores médicos”, explicó.
Otros afganos como Alizada temen por lo que traerá el futuro con los talibanes.
Los precios de los alimentos han subido en los mercados, el precio de combustible también subió y hay menos oportunidades de ganar dinero.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió esta semana del aumento de los precios de bienes de primera necesidad en Afganistán, y agregó que “existen temores de escasez de alimentos, inflación elevada y una depreciación de la moneda como resultado de la intensificación de la emergencia humanitaria en el país”.
Muchos servicios gubernamentales dejaron de funcionar, mientras la comunidad internacional, que sustentó a la economía afgana, duda en seguir financiando al país.
Falta de dinero
En otros sectores, los talibanes han ofrecido salarios netamente inferiores.
Un exfuncionario de aduanas, que pidió no ser identificado por motivos de seguridad, afirmó que trabajó más de siete años en el puesto fronterizo con Pakistán de Spin Boldak.
Bajo el gobierno anterior ganaba unos $240 mensuales, sin embargo, los talibanes le comunicaron que le pagarían solo 110.
“Usted decide si quiere seguir en su trabajo o renunciar”, le dijeron los talibanes.
El hombre aseguró que renunció tras sopesar su salario con el costo del largo desplazamiento hasta el trabajo.
Las grandes filas para entrar en los bancos para retirar dinero se han vuelto comunes en todo el país.
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El Banco Central de Afganistán solo tiene acceso a una fracción de su financiamiento usual, aislado del sistema bancario internacional y de sus reservas de divisas extranjeras.
Esto significa que el dinero en efectivo escasea y los talibanes impusieron un límite de retiro de 200 dólares semanales por persona.
El miércoles en la capital, unos 150 hombres se amontonaban bajo el sol de mediodía frente a una oficina del Banco de Kabul, donde tenían sus cuentas los empleados públicos bajo el gobierno anterior.
Un guardia de seguridad llevaba un cable eléctrico como instrumento defensivo en caso de que la multitud se agitase demasiado mientras hacía fila ante uno de los dos cajeros automáticos.
Abdulá manifestó que viajó por la noche desde la provincia nororiental de Tajar, fronteriza con Tayikistán, para llegar al banco al amanecer. A mediodía aún estaba en la parte trasera de la fila.
Preocupados por el futuro
“El problema es que tras el colapso del gobierno, todos los bancos cerraron”, afirmó este excomando del ejército de 31 años.
Abdulá dijo que algunos soldados como él no pudieron cobrar sus salarios en los meses previos a la llegada al poder de los talibanes, que tuvo lugar a mediados de agosto.
“Estuve en mi puesto por tres o cuatro meses. Mi salario estaba en el banco y no podía retirarlo”, explicó.
Otros miembros de las fuerzas de seguridad se quejaron de no haber recibido nada de su paga en los meses previos a la caída de Kabul.
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Un vendedor de utensilios de cocina en la capital, que no quiso dar su nombre por razones de seguridad, relató que no tenía clientes.
“Desde los cambios, todo el comercio se frenó”, aseguró, sentado en un taburete en la puerta de su tienda vacía.
“Enfrentamos muchos problemas. La gente se queda en casa porque no hay trabajo. No hay nadie que nos compre”, agregó.
“No podemos conseguir dinero para alimentarnos. La gente está preocupada de cómo encontrar su comida mañana y noche. Todo el mundo está preocupado por su futuro, concluyó.