París. De Bruselas a Budapest, pasando por Madrid y Roma, decenas de miles de europeos salieron a la calle el domingo para denunciar el racismo, siguiendo la ola de protestas desatada en Estados Unidos por la muerte de un hombre afrodescendiente asfixiado por un policía blanco en Minneapolis.
En Madrid, los manifestantes, unos 3.000 según las estimaciones de la Policía local, se reunieron a media jornada frente a la Embajada de Estados Unidos, para condenar la muerte de George Floyd, de 46 años, repitiendo sus últimas palabras “No puedo respirar”.
Además, corearon los mensajes “No hay paz sin justicia” o “Vosotros, los racistas, sois los terroristas”.
En Roma, una espontánea manifestación congregó en la famosa Piazza del Popolo a miles de jóvenes que se arrodillaron en silencio, con el puño en alto, durante nueve minutos, el tiempo durante el cual el policía mantuvo su rodilla apoyada sobre el cuello de Floyd, hasta que este falleció. Al levantarse, gritaron también: “¡No puedo respirar!”
Miles de británicos se manifestaron en Londres, por segundo día consecutivo, y en otras ciudades como Brístol. En esta ciudad del suroeste con pasado esclavista, una estatua del negrero Edward Colston fue sacada de su base y pateada por los manifestantes una vez en el suelo, según imágenes de la BBC.
En Bruselas, cerca de 10.000 manifestantes, según la Policía, se congregaron ante el palacio de justicia.
Millares se manifestaron en Holanda, en Zwolle (norte) y Maastricht (sur). En Budapest, un millar de personas se reunieron cerca de la Embajada estadounidense.
En Alemania, los jugadores de cuatro equipos de Bundesliga se arrodillaron en apoyo a la lucha antirracista. En Suiza, miles de manifestantes, vestidos de negro, desfilaron en Lausana.
Denuncia de rodillas
En Madrid, los manifestantes se arrodillaron durante un minuto de silencio en señal de protesta contra los abusos policiales contra los negros, un gesto que inició el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick en el 2016 en un estadio cuando sonaba el himno de Estados Unidos. Luego marcharon pacíficamente hasta la emblemática Puerta del Sol, en el corazón de la capital.
Para Leinisa Semedo, una traductora de español, de 26 años y oriunda de Cabo Verde, “el racismo no conoce fronteras”.
"He vivido en China, Portugal, y ahora en España y en todos los países donde he vivido, he experimentado discriminación debido al color de mi piel", afirmó.
En la manifestación de Roma, con muchos migrantes africanos, Michael Taylor, originario de Botsuana, acudió con toda su familia.
“Soy un africano blanco, y a veces siento miedo y el desprecio únicamente porque soy un extranjero”, manifestó. “Imagínese cómo serían las cosas si yo fuera negro”.
“Es realmente duro vivir aquí”, declaró -por su parte- Morikeba Samate, senegalés de 32 años, uno de los decenas de miles de migrantes llegados a Italia tras una peligrosa travesía por el Mediterráneo. “Piensan que somos todos unos ladrones”.
En Barcelona, en el noreste de España, cientos de manifestantes llenaron la plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el Gobierno regional. Con mascarillas y manteniendo su distancia, levantaron carteles en inglés para denunciar el racismo en España y Europa.
La organización Comunidad Negra, Africana y Afrodescendiente en España (CNAAE) convocó manifestaciones en diez ciudades del país, desde Pamplona, en el norte, hasta el archipiélago canario, frente a la costa occidental de África.
La indignación que provocó que cientos de miles de estadounidenses tomaran las calles para manifestarse después de la muerte de George Floyd -el -25 de mayo-, se ha extendido progresivamente a buena parte del resto del planeta.
El sábado, también hubo grandes concentraciones contra el racismo en Francia, Alemania, Australia, Túnez y otros países.