Caracas. Una niña perdió su pierna tras una mordedura de serpiente en Venezuela: había recibido el antídoto, pero la familia decidió inyectarle orina de venado y la amputación fue inevitable.
Este tipo de brebajes, así como otros “remedios caseros” como rociar gasolina en la zona o succionar la herida, que pueden agravar la situación, es muestra del enorme desconocimiento general sobre cómo lidiar con estos animales, en medio además de una crisis crónica en el sistema de salud.
La ONG especializada Fundación Vivarium busca “ser parte de la solución” con charlas educativas y una línea telefónica abierta a posibles víctimas de mordeduras.
“Mordida (en) pierna izquierda con edema en miembro izquierdo inferior, 6:40 de la mañana”: Alexander Puerta, de 53 años, pasa horas pegado al celular respondiendo mensajes y llamadas de varias regiones del país con pedidos de ayuda.
Solicita primero los datos del afectado y, si es posible, fotos de la serpiente que lo mordió para identificar la especie.
La ONG formula preguntas que descartan falsas alarmas antes de activar su protocolo, en el que sirve de puente con las autoridades sanitarias, consulta a médicos y ubica hospitales con antídotos.
Fernando Yanes, también de Vivarium, apunta que en 2022 recibieron más de 700 llamadas.
“Nuestro sueño es que podamos costear exámenes, la aplicación del suero y el seguimiento del paciente”, remarca Yanes sobre la pequeña organización, financiada por aportes de sus integrantes y autogestión.
‘Culebra buena es culebra muerta’
La pregunta más recurrente que le hacen es dónde conseguir suero antiofídico, producido por un solo laboratorio en Caracas y escaso en los hospitales públicos.
Hasta $500 puede costar un kit de cinco ampollas en farmacias y deben suministrarse varios en casos graves, por lo que atender un accidente ofídico puede implicar desembolsos de al menos $1.000 en un país con un salario mínimo de $4,5 mensuales.
Con cerca de 200 especies descritas, 20% con veneno potencialmente mortal, Venezuela presenta una alta incidencia.
No existen cifras oficiales, pero se estiman 10.000 envenenamientos y unas 60 muertes anuales.
“Es un problema de salud pública porque Venezuela está entre los 10 a 15 países con mayor morbilidad y mortalidad por envenenamiento ofídico”, apunta el herpetólogo Luis Fernando Navarrete, encargado del serpentario del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela.
Se suman dificultades para trasladarse a centros asistenciales por escasez crónica de combustible. Muchos tardan días.
La Organización Mundial de la Salud estima que 5,4 millones de personas son mordidas al año por serpientes, causando entre 80.000 y 130.000 muertes, la mayoría en Asía, África y América Latina.
La escasez de antivenenos “es un flagelo mundial”, subraya Puerta antes de dar una charla en el parque municipal Casupo, una reserva natural en Valencia (estado de Carabobo, centro).
Dos niños escuchan atentos. Vivarium busca además desmitificar el temor a este animal “incomprendido” y vital en el equilibrio de los ecosistemas.
“Desgraciadamente, en nuestra cultura culebra buena es culebra muerta”, coincide Navarrete, quien viste un suéter con un estampado que imita la piel de un ofidio, un collar con la maraca de una cascabel y un arete en forma de serpiente.