Teherán. Tres años después de que empezara el movimiento #Metoo, las mujeres iraníes rompieron su silencio sobre las agresiones sexuales y pusieron en marcha una campaña de sensibilización sobre las violaciones en el país.
La semana pasada muchas iraníes, en su mayoría sin revelar su identidad, acusaron en Internet a un mismo hombre de haberlas drogado y violado cuando estaban inconscientes.
La técnica de este presunto violador provocó una ola de indignación en las redes sociales y alentó a otros mujeres a denunciar las agresiones sexuales durante su juventud a través de Twitter, sin utilizar; sin embargo, la etiqueta #Metoo, popular en muchos países, sino simplemente #tadjavoz (#violación en persa).
Otros iraníes, como un profesor de escuela, un universitario, un novelista, un conocido pintor, un cantante, un actor y un dirigente del sector tecnológico también fueron acusados de violación y agresiones sexuales en las redes.
LEA MÁS: Es noticia: 4.000 mujeres asistieron a un partido de fútbol masculino en Irán
Años de silencio
La mayoría de testimonios compartidos en las redes hablan de hechos que ocurrieron hace más de una década, lo que llevó a críticas por la falta de apoyo ante las agresiones sexuales silenciadas durante años.
También se acusa a la sociedad, a las élites iraníes y al silencio familiar.
"Este movimiento tendría que haber empezado mucho antes", lamenta Hana Jalali, una contable de 25 años de Teherán. "Pienso que el hecho de hablar de estos problemas, que se expongan públicamente, es muy positivo", dijo a la AFP.
Según Somayeh Qodoussi, periodista en la revista mensual Zanan ("Mujeres" en persa), "la violación es un tema tabú en la sociedad iraní y es difícil hablar de ello, incluso en su propia familia".
Sin embargo, “ahora vemos mujeres que parecen estar preparadas para hablar en público” sobre las agresiones sexuales que sufrieron, dice en una entrevista telefónica con la AFP.
En el caso que desató el movimiento iraní de denuncia de agresiones sexuales en las redes sociales, al menos 20 mujeres acusaron a un hombre de haber puesto droga en sus bebidas sin que ellas lo supieran, para violarlas.
Según la agencia oficial Irna, la Policía pidió a estas mujeres que denuncien al hombre al que acusan -Keyvan Emamverdi, antiguo propietario de una librería en el centro de Teherán, de 33 años- asegurando que podrán mantener el anonimato.
Cosa muy poco frecuente, la policía volvió a hacer este llamamiento el lunes asegurando que ninguna de las víctimas se expondría a denuncias por consumo de alcohol, un delito en Irán castigado con flagelación.
‘Una arma’ para obtener justicia
Las mujeres que rompieron el silencio “exponen sus sufrimientos durante años para remediar un traumatismo escondido durante mucho tiempo”, dice la socióloga Azar Tachakor en una entrevista a la AFP.
La amplitud de la polémica sorprendió en Irán y llevó al gobierno a reaccionar.
LEA MÁS: El velo islámico divide a la sociedad en Irán
Masumeh Ebtekar, vicepresidenta encargada de Familia, felicitó el viernes a las mujeres que hablaron y pidió a las autoridades judiciales que "persigan con fuerza" a los autores de agresiones sexuales.
“A falta de una estructura jurídica en Irán para perseguir sistemáticamente a los violadores, las víctimas utilizan las denuncias públicas como un arma para obtener justicia”, afirmó Tachakor.
La socióloga considera sin embargo que estas denuncias "no llevarán a un cambio social profundo" a causa, según ella, de la inmovilidad del sistema judicial iraní.
Samaneh Rostami, una grafista de 37 años que vive en Teherán, considera “difícil saber si la gente dice la verdad o no” en estos testimonios anónimos. Pero “hablar es bueno” para advertir a la sociedad “sobre lo que pasa desde hace años”, manifestó.