París. El papa Francisco reafirmó este sábado su oposición a la eutanasia y dijo que “no se juega con la vida” durante el viaje de vuelta a Ciudad del Vaticano desde Marsella, donde se reunió con el presidente francés, Emmanuel Macron.
El gobierno francés prepara un proyecto de ley que podría incluir la "ayuda activa a morir" para las personas ancianas. Su presentación está prevista para las próximas semanas.
"¡No se juega con la vida!, ¡No se juega con la vida, ni al principio ni al final!", declaró el pontífice argentino durante una rueda de prensa en el avión.
Jorge Bergoglio se reunió el sábado por la mañana con Macron, en el cuarto encuentro entre ambos dirigentes desde 2017.
"Tenemos que estar atentos ante las colonizaciones ideológicas (...) que van contra la vida humana. (...) Si no lo hacemos, esto terminará con una política del no dolor, de una eutanasia humanista", afirmó el papa, quien dijo que no trató específicamente esta cuestión en su reunión con Macron en Marsella, contradiciendo la versión dada por el Elíseo unas horas antes.
El sábado por la mañana, el pontífice criticó la eutanasia, al denunciar “la perspectiva falsamente digna de una muerte dulce”.
Miles de fieles cumplen su “sueño” de ver al Papa
Como si fuera una estrella de rock o un futbolista del OM, miles de personas acogieron este sábado al papa Francisco durante una multitudinaria misa en Marsella, colofón de la primera visita de un pontífice a la segunda ciudad de Francia desde 1533.
“Soy fan. Vamos a ver al papa, ¡es genial! Me siento como si fuera a un concierto”, reconocía a Clément Barret, un estudiante de 19 años, pañuelo scout alrededor del cuello, a la espera de la apertura de las puertas del estadio Velódromo bajo un radiante cielo azul.
Y los primeros compases de la tarde lo hacían pensar. El saxofonista Jimmy Sax, el grupo de pop cristiano Glorious y el humorista Gad Elmaleh calentaron el recinto mientras los casi 60.000 fieles previstos accedían a la “catedral del fútbol” de los marselleses.
Pero, durante la tarde, el estadio rompió en aplausos cuando el papamóvil tras recorrer las calles de la ciudad hizo su entrada, con el pontífice argentino, de 86 años y delicada salud, a bordo. “¡Papa Francesco!”, gritó el público.
Los hinchas del club de fútbol local, el Olímpico de Marsella, desplegaron incluso uno de sus famosos “tifo”: una pancarta gigante que representaba a Francisco al lado de la “Buena Madre”, apodo de la basílica marsellesa de Nuestra Señora de la Guardia.
“Buenos días Marsella, buenos días Francia”, dijo el jesuita, al inicio de la misa desde la curva norte. En las tribunas, miles de fieles, pero también el presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
El “sueño” de ver al papa
“Venir a ver el papa es el sueño de mi madre”, explica Brayan, de 22 años. Junto a su madre Sandra Vásquez y su hermana Melanny, de 18 años, compraron por 8 euros (unos 8,5 dólares) pañuelos azules con el lema “Mosaico de Esperanza”, recuerdo de esta visita.
“Me llena de tranquilidad, de paz. Cuando él habla, me hace sentir algo enorme”, reconoce su madre, quien nació hace 53 años en Tuluá (centro este de Colombia) pero vive desde 1999 en Francia. De sus mensajes, destaca el apoyo a los migrantes, el motivo de su visita.
El dispositivo desplegado para este acontecimiento único también estaba a la altura. Unos 834 cantantes entonaron los cánticos, que se entremezclaron con las plegarias multilingües, se crearon unos 600 puntos de comunión, se anunciaron unos 600 sacerdotes.
Y los problemas de salud de Francisco, que suele desplazarse en silla de ruedas, solo añaden épica para los fieles, como Aurea Dias Neto, una mujer de 52 años nacida en Santo Tomé y Príncipe, pero residente en el centro de Francia.
“Él sigue aquí, mostrando que aguanta, que sigue adelante mientras esté vivo, mientras se tenga en pié. Para nosotros, es un mensaje fuerte, un mensaje de esperanza”, agregó la mujer, que luce un gorra roja del Mundial de Rugby que acoge actualmente Francia.
Al término de la misa, el pontífice fue despedido con cientos de jóvenes scout agitando sus pañuelos. Momentos antes, el arzobispo marsellés Jean-Marc Aveline le advirtió que con su visita “había sido bautizado marsellés”, entre numerosos aplausos.