Oslo. En un mundo plagado de crisis, entre la guerra en Ucrania, los golpes de Estado en África y las tensiones geopolíticas, el premio Nobel de la Paz se anuncia como la gran incógnita de este año.
El esperado premio de la paz, punto clave de la temporada Nobel, será anunciado este viernes en Oslo, pero pocas veces la situación del planeta dificultó tanto las predicciones.
“La triste realidad es que no hay muchos avances en la paz mundial en 2023″, constató Dan Smith, director del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri).
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“Hay más guerras ahora, casi el doble de las guerras que había en 2010, por ejemplo. Así que no creo que este año encontremos un pacificador para el Premio Nobel de la Paz”, declaró Smith a esta agencia.
El año pasado, con el trasfondo de la guerra en Ucrania, el Nobel fue otorgado a un trío simbólico de defensores de los derechos y las libertades: la oenegé rusa Memorial -oficialmente disuelta en Rusia-, el Centro Ucraniano para las Libertades Civiles y el encarcelado militante bielorruso Ales Beliatski.
Tras consagrar a otro crítico del Kremlin el año anterior -el periodista ruso Dmitri Mouratov, galardonado junto a la filipina Maria Ressa-, el Comité del Nobel noruego podría verse tentado esta vez a mirar a otra zona geográfica.
Por ejemplo, las mujeres iraníes que manifestaron su ira y, en algunos casos, se quitaron el velo tras la muerte de la joven Mahsa Amini en setiembre de 2022 en Teherán, o los militantes que luchan por los derechos de las mujeres, en especial a la educación, en países donde esos derechos son pisoteados.
El director del Instituto de Investigación Para la Paz de Oslo, Henrik Urdal, vería con buenos ojos un Nobel para la iraní Narges Mohammadi, actualmente en prisión, y la afgana Mahbouba Seraj, quienes lucharon “por un acceso a la política y a la sociedad”.
Su par del Sipri, Smith, se inclina más por un premio que ponga de relieve la urgencia del cambio climático, y menciona el movimiento Fridays for the Future, inspirado por la sueca Greta Thunberg, junto con el cacique brasileño Raoni Metuktire, defensor de los derechos de las poblaciones autóctonas frente a la deforestación.
¿Año en blanco?
Otros, deprimidos por el panorama geopolítico actual, creen que el Comité del Nobel podría no conceder este año el galardón de la paz.
Pero al comité no le gustan los “años en blanco” -el último se remonta a 1972- por considerarlos una admisión de fracaso, en momentos que se ven desbordados por nominaciones: 351 este año.
La lista se mantiene en secreto por 50 años, lo que dificulta aún más los pronósticos.
Miles de personas en el mundo (legisladores y ministros de todos los países, galardonados previos, algunos profesores universitarios) pueden proponer un nombre antes de la fecha límite del 31 de enero.
Los cinco miembros del Comité Nobel pueden también postular nombres en su primera reunión anual.
Entre los candidatos citados figuran también la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para refugiados (ACNUR) o tribunales como la Corte Internacional de Justicia o la Corte Penal Internacional.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, es el favorito de los sitios de apuestas en línea, pero expertos consideran improbable que el Nobel se otorgue al líder de un país en guerra.
El historiador especializado en los Nobel, Asle Sveen, apunta al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien un mes atrás deploró que la “familia global” sea “bastante disfuncional”.
Para Sveen, ese premio sería un bienvenido espaldarazo al multilateralismo, a los esfuerzos de paz, a los derechos humanos y a la defensa del clima y el medio ambiente, en momentos que todas esas causas están siendo atacadas.
El veredicto se dará a conocer el viernes en el Instituto Nobel.