La Habana. Con la pandemia contenida por más de tres semanas, Cuba estudia cómo reabrirse el mundo, en una isla donde el turismo es esencial para la economía. Sin embargo, nuevos brotes de coronavirus en La Habana complican los planes.
“El país está preparando toda la estrategia de la etapa de recuperación de la covid-19, pero nosotros no la vamos a aplicar hasta que no estemos bien seguros de que hay un control exacto de la epidemia”, dijo recientemente el presidente Miguel Díaz-Canel.
Se limpian y acondicionan aeropuertos y hoteles de cara a la reapertura, mientras aerolíneas ya empiezan a ofrecer pasajes desde y hacia la isla con estimaciones para julio.
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Sin embargo, tras varias semanas con un mayor número de pacientes dados de alta que casos nuevos del virus, un brote con más de 60 contagios vinculados a un centro comercial de la capital se extendió a un laboratorio y a una empresa de transporte.
Y ello pese a que Cuba no ha levantado ninguna de sus medidas de restricción: clases suspendidas, no hay transporte público, aislamiento social y fronteras cerradas. El uso de mascarilla es obligatorio.
"Este problema no está resuelto en Cuba y mucho menos en el exterior, y todas las medidas que se vayan flexibilizando, hay que hacerlas con mucho cuidado", explicó el director de Epidemiología del Ministerio de Salud, Francisco Durán.
La estrategia de Cuba, que le funciona, implica internar al paciente y aislar y examinar a sus contactos de las últimas dos semanas.
En un país de 11 millones de habitantes, el martes Cuba acumulaba 2.092 casos con 83 fallecidos, desde el 11 de marzo. Del total, solo 180 casos están activos.
Una situación que dista de otros países de la región como Panamá, con cuatro millones de habitantes, más de 13.000 infectados y 336 fallecidos, y que ya reinició algunas actividades económicas.
En los últimos 15 días, la tasa de contagio en Cuba ha sido de 2,33 por cada 100.000 personas. Si bien La Habana se mantiene como epicentro, 11 de las 16 provincias del país ya no han registrado casos en este período.
Con vista al mar
Tras el cierre de sus fronteras a finales de marzo, Cuba aisló en hoteles estatales a los turistas que fueron quedando. A la fecha hay aún unos 4.000.
Con varios de ellos han ido aplicando medidas de atención que permanecerán cuando la isla se reabra al turismo.
"Llegué a Cuba en enero para descansar, cuando comenzó el coronavirus. Yo debía partir en abril (...) En este hotel vivo hace dos meses. Super bien la atención, no hemos tenido ningún problema", cuenta Irina Jatkievich.
Esta turista rusa está alojada en el hotel Comodoro de La Habana, al igual que el italiano Davide Cuttica, de unos 40 años, quien llegó a la isla en marzo.
"En cualquier entrada del hotel tenemos cloro para limpiarnos las manos (...) Un país que no es muy desarrollado como Cuba está ganando la pelea [al coronavirus]", considera, mientras bebe un café en el lobby.
No pueden salir del hotel y se alimentan allí. Disfrutan de la vista al mar sin poder bañarse en la playa ni entrar a la piscina.
Otros turistas no corrieron la misma suerte. Al inicio hubo quien se quejó del traslado obligatorio hasta hoteles estatales desde alojamientos particulares, donde la tarifa suele ser mucho menor.
En tanto, quienes esperaban por un vuelo enfrentaron las particularidades de una isla con escasez de insumos, producto tanto del embargo económico estadounidense como de la lentitud en las reformas a su economía de corte soviético.
¿Qué cambiará?
"Cuba tiene una gran necesidad de seguir explotando el turismo, y nosotros tenemos que ser los pioneros en presentar un protocolo internacional para que el turista reconozca que Cuba sigue siendo un país seguro”, explica Omar Milián, director del hotel Comodoro.
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Algunas medidas: los turistas no podrán servirse directamente en el bufet, las mesas estarán distanciadas y las recepciones de los hoteles se acondicionarán para evitar el contacto directo entre recepcionista y cliente.
Los bares no tendrán banquetas en la barra y los clientes no podrán estar cerca mientras el barman prepara los tragos. Abundarán las áreas para la limpieza de manos y se trabaja en protocolos para el acceso a piscinas y playas.
“Nuestro país se va a convertir en un baluarte, de los primeros que vamos a salir al mundo con un turismo más seguro, más confiable, para avanzar en el desarrollo del turismo que bastante lo necesitamos”, detalla Milián.