Naipyidó. Cientos de miles de personas son reclutadas a la fuerza en el Sudeste Asiático por bandas que las obligan a estafar en línea bajo amenaza de tortura, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicado este martes.
“Las personas obligadas a trabajar en esas estafas sufren tratamientos inhumanos al mismo tiempo que son forzadas a cometer crímenes. Son víctimas, no criminales”, declaró el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, en un comunicado.
Muchas de esas personas, víctimas de la trata de seres humanos, son sometidas a tortura o malos tratos, según la ONU, que deplora que sean identificadas equivocadamente como criminales, procesadas o sancionadas en vez de ser ayudadas.
La magnitud de esta red es difícil de calcular, debido a su carácter clandestino y a la escasa respuesta de las autoridades ante el problema.
Citando fuentes creíbles, la ONU indica que al menos 120.000 personas están obligadas a realizar estafas en línea en Birmania, mientras que en Camboya serían 100.000.
Otros países en la región, incluidos Laos, Filipinas y Tailandia, también fueron identificados como los principales puntos de destino o tránsito, donde decenas de miles de personas quedaron atrapadas en la red al menos.
Estos centros de estafas en línea a gran escala generan ingresos de varios miles de millones de dólares cada año, según la ONU.
El informe indica que las personas atrapadas por estas bandas proceden de países pertenecientes a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), como Indonesia, Laos, Birmania, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, así como China, Hong Kong, Taiwán e incluso de África y América Latina.
La mayoría de las personas víctimas de la trata en el marco de estas redes de estafa en línea son hombres.
Estas redes se aprovecharon de la pandemia de covid-19, explica el informe.
Las medidas de respuesta aplicadas para enfrentar la crisis sanitaria tuvieron un impacto considerable en ciertas actividades, llevando al cierre de casinos en muchos países.
Estas actividades fueron desplazadas hacia zonas con menos reglamentación, como las regiones con conflictos, o hacia internet.
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La pandemia aumentó la vulnerabilidad de muchos migrantes, que se encontraron de un día para otro bloqueados en países lejanos a los suyos y sin empleo, mientras que los confinamientos generalizados aumentaron el número de personas que podían ser estafadas en línea.