Houston. Instalada en su jardín, frente a una bandera mitad estadounidense mitad arcoíris, Rebekah Bryant manifiesta su indignación por la decisión del estado de Texas de declarar ilegales los tratamientos hormonales que su hija transgénero, de ocho años, podría tomar cuando llegue a la adolescencia.
“Quieren privar a mi hija Sunny de su futuro derecho a recibir atención”, reclama esta técnica de espectáculos de 38 años, mientras observa a sus hijos recoger los huevos de sus gallinas después de la jornada escolar.
En febrero, el gobernador republicano Greg Abbott ordenó “investigar pronta y exhaustivamente cualquier caso informado” de tratamientos a menores en el contexto de las transiciones de género. Añadió habrá sanciones penales contra todo docente, médico o enfermera que no los denuncie. El parlamento estatal ya ha discutido varias decenas de textos legislativos que, entre otras cosas, equipararían los tratamientos hormonales con abuso infantil o privarían de seguro a los médicos que los recetan.
Cansados, los integrantes de la familia Bryant decidieron hace un año dar a conocer su caso y acudir al Capitolio de Texas, en Austin, para rogar a los congresistas que los dejen en paz. Sunny cumplirá nueve años en abril, por lo que aún no le preocupan los tratamientos hormonales, que sólo se administran en la adolescencia —prescritos y supervisados por médicos— para bloquear la pubertad.
Para el fiscal general de Texas, Ken Paxton, “no hay pruebas médicas suficientes de que la interrupción de estos tratamientos permita una reanudación normal de la pubertad”. La madre de Sunny, por su parte, asegura que su hija no necesita intervención médica en este momento, si no, solamente, “aceptación y amor”. Sin embargo, Rebekah piensa en el futuro.
Piden ‘más tiempo’ para que Sunny decida
“Si (Sunny) pasa por la pubertad masculina, no podrá revertir los cambios en su frente o la aparición de la nuez de Adán y de vello facial sin cirugías peligrosas y costosas”, dice, antes de subrayar las ventajas de los bloqueadores de pubertad. ”Dan al niño más tiempo” para decidir sobre su identidad de género, asegura.
Proveniente de un entorno muy conservador en Carolina del Sur, su esposo, Chet, aceptó a regañadientes la nueva celebridad de su familia.
“No me gusta, eso es seguro. ¿Qué sentido tiene decir públicamente si mi hija usa un vestido o un pantalón? (...) Solo importa por razones políticas”, admite en un tono tranquilo pero decidido, cuando recibe a la AFP en su sala de estar, en Houston.
Rebekah Bryant dice que los legisladores republicanos "saben que pueden movilizar a su base y convencerla de votar si la gente cree que va a salvar a unos pobres niños".
“Los únicos motivos por los que se apunta a los niños transgénero son políticos”, coincide desde el Congreso en Washington la legisladora demócrata de Houston Sylvia García. Los despachos del gobernador y el fiscal general de Texas no respondieron a las solicitudes de entrevistas.
Tratamientos en pausa
El 4 de marzo, el hospital pediátrico más grande de Estados Unidos, el Texas Children’s Hospital de Houston, declaró una “pausa” en estos tratamientos “con el fin de proteger a los profesionales de la salud y a las familias de posibles procesos penales”. Los Servicios de Protección Infantil de Texas iniciaron varias investigaciones contra padres de niños transgénero, pero un juez de Austin decidió el viernes suspender la directiva de Abbott, declarándola inconstitucional.
Numerosos fiscales locales anunciaron previamente que no cumplirían con las órdenes del gobernador, considerándolas ilegales. El presidente Joe Biden consideró, por su parte, que “las acciones discriminatorias del estado de Texas ponen en peligro la vida de niños”. “Los niños, sus padres y sus médicos deben tener la libertad de tomar las mejores decisiones médicas para estos jóvenes sin que los políticos se interpongan”.
Mientas tanto, Sunny asegura entre sonrisas que se siente bien y “orgullosa de ser trans”. Sentada con las piernas cruzadas en su cama, con el cabello largo sobre los hombros, la niña asegura: “No me preocupa cómo me percibe la gente”.
Sunny ya es “una voz muy fuerte para los niños del estado y del país... Imagínese lo que puede hacer cuando alcance todo su potencial” a los 18 años, dice Sylvia García. “Espero que Abbott y Paxton estén preparados para ello”, añade.