Dubái. Tras décadas de provecho extraído de las energías fósiles, las monarquías del Golfo dirigen su enfoque hacia el hidrógeno verde con el objetivo de diversificar sus economías y traducir su voluntad de combatir el cambio climático en acciones concretas.
Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Omán realizaron inversiones significativas en esta forma de energía que causa escaso impacto ambiental y posee múltiples aplicaciones potenciales, convirtiéndo en un recurso beneficioso y respetuoso con el medio ambiente.
Ante la disminución de los ingresos provenientes del petróleo en años recientes, “los Estados del Golfo aspiran a liderar el mercado global del hidrógeno”, señala Karim Elgendy, investigador del centro de pensamiento británico Chatham House.
“Ven al hidrógeno verde como una pieza esencial para mantener su posición como potencias energéticas importantes y conservar su influencia en un contexto de declive en la demanda de combustibles fósiles”, observa.
El hidrógeno verde, producido a partir de electricidad obtenida de fuentes renovables, aún no presenta viabilidad comercial y su desarrollo podría extenderse por varios años.
Actualmente, representa menos del 1% del total de producción de hidrógeno.
En contraste con la producción derivada de combustibles fósiles, altamente contaminantes, el hidrógeno verde se obtiene a partir del agua utilizando energías renovables como la eólica, solar o hidroeléctrica.
Mientras la combustión de energías fósiles emite gases de efecto invernadero, el hidrógeno solo libera vapor de agua. A medida que avance, se espera su aplicación en áreas altamente contaminantes, como el transporte, la navegación y la industria siderúrgica.
Arabia Saudita, el principal exportador de petróleo a nivel mundial, está construyendo la mayor planta de hidrógeno verde en Neom, una ciudad futurista ubicada en las costas del mar Rojo.
Dicha instalación, valuada en 8.400 millones de dólares, integrará fuentes de energía solar y eólica para producir hasta 600 toneladas de hidrógeno verde para finales de 2026, según indican las autoridades.
Los Emiratos Árabes Unidos, que albergarán la conferencia COP28 de la ONU sobre cambio climático en noviembre, aprobaron en julio una estrategia de hidrógeno que busca colocar al país entre los diez principales productores en 2031.
“El hidrógeno será fundamental en la transición energética”, afirma Hanan Balalaa, ejecutivo de la petrolera emiratí ADNOC.
“Emiratos está en una posición privilegiada para sacar provecho de esto”, añade.
Sin embargo, es Omán, alejado de sus vecinos en cuanto a fuentes de energía fósil, quien está encaminado a convertirse en el sexto mayor exportador del mundo y el primero en Medio Oriente antes de que finalice la década, de acuerdo con un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicado en junio.
El sultanato tiene como objetivo producir al menos un millón de toneladas anuales de este combustible antes de 2030 y hasta 8,5 millones de toneladas para 2050, cifra que superaría la demanda total de hidrógeno en Europa en la actualidad, según la AIE.
La firma auditora Deloitte considera que, a corto plazo, los países de Medio Oriente, liderados por las naciones del Golfo, dominarán el mercado.
Aunque se espera que para 2050, el norte de África y Australia muestren el mayor potencial, los países del Golfo seguirán siendo los “principales exportadores”, según pronostica.
Sin embargo, la apuesta por el hidrógeno verde no implica una reducción en las ambiciones de industrias petroleras como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Según expertos, pasarán aún varios años antes de que los países del Golfo puedan producir hidrógeno verde de manera rentable.
“Los países del Golfo tratarán de maximizar sus ventas de hidrocarburos durante el mayor tiempo posible”, señala Aisha al Sarihi, experta del Instituto de Medio Oriente de la Universidad de Singapur.
“Serán necesarios años de prueba y error para que el hidrógeno verde se convierta en un producto comercial”, comenta Al Sarihi a esta agencia..