Brasilia. Brasil superó las 180.000 muertes por coronavirus, informó este viernes el Ministerio de Salud, después de un repunte de la enfermedad que llevó a varios estados a adoptar nuevas medidas preventivas, pese a que el presidente Jair Bolsonaro asegura que el país está en el “finalcito” de la pandemia.
En las últimas 24 horas, se notificó la muerte de 672 personas, con lo cual el total llega a 180.437, un balance superado solo por Estados Unidos en una pandemia que ya provocó más de 1,5 millones de decesos en el mundo.
Los contagios suman 6.836.227, con 54.428 en las últimas 24 horas, precisaron los datos oficiales.
Las curvas de muertes y de casos registran en las últimas semanas un preocupante repunte.
El promedio de decesos en siete días es de 635, frente a 324 (su mínimo desde el inicio de la pandemia) hace exactamente un mes, el 11 de noviembre.
Los expertos alertan de un escenario que podría ser aún más sombrío tras las reuniones familiares de fin de año y con el verano austral a punto de iniciarse en este país de 212 millones de habitantes, el segundo con más muertes por covid-19 (superado solo por Estados Unidos).
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“Puede que (la situación) empeore con el verano, porque habrá aún más circulación de personas, sin medidas de control y con buena parte de las políticas de aislamiento desmanteladas”, dijo el investigador Christovam Barcellos, del prestigioso instituto científico Fiocruz.
Ese pronóstico se contrapone al del mandatario de ultraderecha Jair Bolsonaro, quien desde el inicio de la pandemia criticó las medidas de confinamiento por su impacto económico y el jueves afirmó que Brasil está viviendo "el finalcito de la pandemia".
“El presidente se equivoca, no sé de dónde saca esa idea, ningún indicador muestra eso. Estamos viviendo un período de inflexión hacia arriba, estábamos cayendo y ahora estamos subiendo” en los números, señaló Barcellos.
“La gente está siendo muy estimulada a moverse para hacer compras navideñas, a celebrar Navidad y Año Nuevo, con confraternizaciones y salidas a restaurantes”, destacó el investigador José David Urbáez, de la Sociedad Brasileña de Infectología.
Restricciones ante avance
Algunos estados y municipios intentan poner algún freno al proceso de flexibilización que se inició cuando la pandemia parecía retroceder hasta llegar a un promedio de 330 muertos diarios en noviembre, después de haberse mantenido en más de mil entre junio y agosto.
El estado de Mato Grosso do Sul ordenó un toque de queda nocturno a partir del lunes próximo, durante quince días.
En Rio de Janeiro, donde se permitió que los centros comerciales funcionen 24 horas en diciembre, la Alcaldía prohibió estacionar en las playas los fines de semana o en feriados.
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Los informes señalan, además, que siete de las 27 capitales de los estados tienen una ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) superior al 90%.
La saturación de las UCI responde a “una desmovilización de los servicios de salud” tras el auge de la pandemia. “Muchos profesionales fueron despedidos, los hospitales de campaña y equipos (médicos) fueron desmontados. Eso es muy preocupante”, comentó Barcellos.
Falsa tranquilidad
La perspectiva de una vacuna a corto plazo es un arma de doble filo, que infunde una falsa tranquilidad, advierten los expertos.
“Nos dicen que podemos estar tranquilos porque la vacuna está ahí cerca”, pero “el discurso debería ser más bien el de “permanezca en su casa, que la vacuna ya está llegando”, expresó el infectólogo Urbáez.
La cuestión de la autorización de una vacuna se ha convertido además en otra fuente de enfrentamientos políticos.
Bolsonaro cuestiona el posible uso de la CoronaVac, vacuna del laboratorio chino Sinovac, que realiza su tercera y última fase de estudios en São Paulo, estado gobernado por su adversario político Joao Doria.
“Todos esos movimientos fraccionados no van a tener el impacto de la dimensión que se requiere”, porque para lograr un efecto relevante de una campaña de vacunación hace falta una “coordinación nacional”, puntualizó Urbáez.
El infectólogo insistió en recordar lo básico a la población: “Estamos en pandemia, con un virus altamente transmisible, que se cobra la vida de los más vulnerables y por eso hay que protegerse y no ir a festejar el final de este año”.