Días después de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, le pidiera al papa Francisco colocarse como mediador ante la invasión, que Rusia inició hace un mes, el pontífice consagró y confió en la humanidad, en especial la de Rusia y Ucrania, al Inmaculado Corazón de María, pidiendo paz y que el conflicto bélico termine.
“No es una fórmula mágica, sino un acto espiritual que refleja la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a Ella”, dijo el Papa frente a la imagen de la Virgen de Fátima.
“En estos días siguen entrando en nuestras casas noticias e imágenes de muerte, mientras las bombas destruyen las casas de tantos de nuestros hermanos y hermanas ucranianos indefensos”, añadió, un mes después de asistir a la embajada de Moscú en el Vaticano para pedir el alto al fuego.
La consagración ocurrió este viernes —luego de que el Papa se comprometiera a hacer “todo lo posible para detener la guerra”— el pontífice ingresó a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde estaban al menos 3.500 fieles y pronunció la oración, la cual fue traducida a 36 idiomas para que todos los obispos del mundo, sacerdotes y fieles ordinarios pudieran unirse de manera simultánea.
“En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a Ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre”, dijo el Sumo Pontífice al consagrar el futuro de los países enfrentados.
En la misma ceremonia, antes de consagrar Rusia y Ucrania a la Virgen María, el Papa presidió el tradicional encuentro penitencial que convoca cada cuaresma pocos días antes de la Semana Santa.
Por otro lado, esta no es la primera vez que Rusia es consagrada por conflictos. El papa Pío XII en 1942, Pablo VI en 1952 y Juan Pablo II en 1982 también consagraron el mundo y a Rusia al corazón de María. Pero en esas ocasiones no participaron los obispos.
La consagración es un acto de profunda importancia espiritual para los católicos, pues evoca en uno de los tres secretos de la Virgen de Fátima. Incluso, participó el papa emérito Benedicto XVI y el cardenal Konrad Krajewski, un enviado de Francisco desde el santuario de Fátima, en Portugal, para así enlazar una de las peticiones de la Virgen de Fátima durante las apariciones de 1917 a los tres pastorcillos.
“Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, aseguraron que les dijo la Virgen. Una de las peticiones era la “consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado”.
Según la fé, los dos primeros secretos, o peticiones, describieron una imagen apocalíptica del infierno, predijo el fin de la Primera Guerra Mundial y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En el 2000, el Vaticano reveló que el tercer secreto era la predicción del intento de asesinato al papa Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981, en el 64.º aniversario de las apariciones.
Para muchos de los católicos, la pronunciación de Rusia en la oración de consagración cumple la profecía de Fátima.
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— Papa Francisco (@Pontifex_es) March 25, 2022