Londres. El gobierno británico consideró el martes que sería “un buen resultado” limitar el número de fallecidos por coronavirus a 20.000 y reforzó sus medidas ante la advertencia de que su controvertida estrategia anterior hubiera podido costar la vida a 250.000 personas.
El Reino Unido tenía el martes 1.950 casos confirmados y 55 muertos por covid-19, pero no realiza tests sistemáticos y reconoce que el número de infectados es mucho mayor.
Cuando se le preguntó en el Parlamento sobre una estimación de 55.000 casos en la actualidad, el consejero científico del ejecutivo, Patrick Vallance, respondió: "Es una manera razonable de ver las cosas".
El primer ministro Boris Johnson ha sido duramente criticado en los últimos días por no imponer estrictas medidas de cuarentena como las tomadas en otros países europeos.
Pero, cambiando de rumbo, el lunes por la noche llamó al conjunto de la población, incluidos quienes no tengan síntomas, a evitar todo “contacto social no esencial”, trabajando desde casa y absteniéndose de ir a bares, restaurantes, teatros y otros eventos sociales.
También pidió a todas las familias que tengan uno de sus miembros con fiebre o tos confinarse en sus hogares sin salir "ni para hacer la compra" si es posible.
Y el martes, el ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, desaconsejó todos “los viajes no esenciales a nivel mundial por un período inicial de 30 días” renovable.
BREAKING: A further 14 people have died after being diagnosed with #coronavirus in England, bringing the UK's total to 71.
— Sky News (@SkyNews) March 17, 2020
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Estas consignas no son de momento obligatorias y las escuelas permanecían abiertas. Pero las calles de Londres estaban semidesiertas y solo se veía a algunos padres llevando cabizbajos a sus hijos a la escuela.
Numerosas empresas pidieron a sus empleados que realicen teletrabajo, museos y teatros cerraron sus puertas, y el abarrotado metro de la capital parecía vacío en hora punta.
¿Cuántos fallecerán?
Según un estudio del Imperial College de Londres, publicado tras la comparecencia de Johnson el lunes por la noche, la moderada respuesta adoptada hasta entonces por su gobierno habría reducido el número de fallecidos de medio millón -en ausencia total de medidas- a 260.000 en el país.
El primer ministro advirtió asimismo de que muy pronto se pedirá a las personas más frágiles -ancianos y enfermos- que se aíslen de todo contacto social durante 12 semanas.
Los investigadores del Imperial College, uno de los centros que está trabajando a marcha forzada para desarrollar una vacuna contra la covid-19, consideran que un confinamiento general permitirá al Reino Unido limitar el número de muertos a “unos miles o decenas de miles” si se respeta estrictamente.
"Si podemos reducir esa cifra a 20.000 o menos, es un buen resultado en términos de adónde esperamos llegar con esta epidemia", afirmó el martes Vallance, aunque reconoció que "sigue siendo horrible, sigue siendo un enorme número de muertes y una enorme presión sobre el servicio de sanidad".
Un de los autores del estudio, el epidemiólogo Neil Ferguson, miembro del equipo científico que aconseja a Johnson, afirmó a la radio BBC haber transmitido también sus conclusiones al gobierno estadounidense.
El lunes por la tarde, Washington anunció como Londres nuevas medias estrictas de distanciamiento social en línea con lo aconsejado por el Imperial College, que se basó en nuevos datos procedentes de Italia para modelar qué impacto tendría el virus en ambos países en un entorno social descontrolado.
Los científicos predijeron que 81% de los británicos y estadounidenses se infectaría, con 510.000 muertes en el Reino Unido y 2,2 millones en Estados Unidos, y la epidemia alcanzaría su punto máximo al cabo de tres meses.
El principal desafío de esta nueva estrategia es, no obstante, según el estudio, mantener las medidas “hasta que haya una vacuna disponible”, lo que podría tardar unos 18 meses.
Los científicos advirtieron de que, de lo contrario, la transmisión “se recuperará rápidamente” en cuanto “se relajen” las medidas intensivas.
El nuevo rumbo tomado por el gobierno británico suscitó preocupación especialmente en el sector de la hostelería.
La Asociación Británica de Cervecerías y Pubs advirtió que se perderán miles de puestos de trabajo y que los bares se irían a pique sin una ayuda del ejecutivo.