Madrid. “Alguna medida había que tomar”. La resignación reinaba en Puente de Vallecas, una de las zonas de Madrid bajo movilidad restringida desde este lunes, aunque algunos residentes se preguntaban por qué las limitaciones no abarcaban todo Madrid si “el virus está en el aire”.
“Si se da el caso de que justo aquí los focos son mayores, pues algo habrá que hacer, alguna medida había que tomar”, concede Gustavo Ojeda, a la salida de la estación de metro de Puente de Vallecas, donde la incidencia del virus es de 1.241 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, casi el doble que en todo Madrid (683).
Después de trabajar de noche en unos almacenes en las afueras de la ciudad, Gustavo, de 56 años, regresa a su casa en el vecindario obrero de Puente de Vallecas, una de las zonas en las que por catorce días solo se puede salir para trabajar, ir al médico o llevar a los niños al colegio, para intentar frenar la segunda ola de la epidemia de la covid-19.
Desde que se anunciaran el viernes pasado las limitaciones, que afectan a 850.000 personas e impactan a varios vecindarios humildes, han tenido lugar en ellos manifestaciones en contra, convocadas principalmente por sectores de extrema izquierda.
Los habitantes de las zonas afectadas solo podrán salir de su barrio por razones de primera necesidad, como ir a trabajar, al médico o llevar a los niños al colegio.
"Los hechos son los hechos, hay un foco de infección en este lado de Madrid, y en ese lado no", señala Gustavo, afirmando que en días pasados cuando salía de noche a trabajar veía "a seis personas en un bar sin mascarilla (...) o caminando con la mascarilla en el codo, o en la frente".
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Multas desde el miércoles
La salida del metro queda en una avenida que marca la frontera entre Puente de Vallecas y otra zona sin limitaciones de movimiento. En la mañana de este lunes periodistas de la AFP vieron que la actividad transcurría prácticamente como en un día normal y no había control para los peatones.
Sí lo había para los vehículos sobre la avenida, donde varias patrullas de la policía municipal detenían vehículos de forma aleatoria.
"Estamos informando a los ciudadanos que a partir del miércoles se van a empezar a denunciar (castigar) estas conductas. Tiene que desplazarse solo con motivos justificados, ya sea por trabajo, enfermedad, una revisión" médica, explica un agente al conductor de un vehículo que dijo venir de cuidar al niño de una amiga que trabaja.
"Estamos ayudando a una amiga que tiene un niño, y como habéis oído, necesitamos un justificante. ¿Y de qué, si ella no es una empresa? Ya veremos cómo lo podemos arreglar", dice resignado desde su coche Andrés Vieco, un desempleado de 37 años.
Otros conductores mostraban un certificado y la Policía los dejaba pasar. Unos 60 puestos similares con más de 200 agentes se desplegarán por la ciudad.
'Un sinsentido’
En las calles aledañas, varias personas se preguntaban por qué las restricciones no se extendieron por toda Madrid, el epicentro de la epidemia en España con 6,6 millones de habitantes.
"No se puede entender, porque qué más da, el virus está en el aire, estará allí lo mismo que aquí", dice Maritere Vázquez, una jubilada de 65 años.
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"Es, o cierras todo, o no cierras nada", estima Alejandro Campos, al juzgar que será muy difícil controlar el paso entre zonas diferentes.
“Es un sinsentido, no puedes cerrar partes de barrios sí, partes de barrios no, una calle sí, pero una calle no”, dice mientras pasea a sus dos perros de raza Pug este empleado de una agencia de viajes de 30 años que desde marzo trabaja a distancia desde su casa.
Además, Campos recuerda que en barrios del sur como Puente de Vallecas muchas personas trabajan en el sector servicios y no pueden teletrabajar, por lo que seguirán desplazándose a otros sectores de la ciudad para ganarse la vida.
“Por desgracia las personas que van a ir a servir en los restaurantes y los bares son las personas de aquí, la gente se va a tener que mover siempre, al final aquí mucha gente es obrera o trabaja en la hostelería, y eso va a afectar”, agrega.