Lesbos, Grecia. En la isla griega de Lesbos, más de 600 refugiados del saturado campo de Moria fueron transferidos el lunes por la mañana hacia la Grecia continental, ante la impaciencia por “salir rápido de este infierno”.
Al amanecer, bajo un sofocante calor, 635 afganos, cargados con sus pertenencias, subieron a los autobuses de la Policía, ante la supervisión del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), constató una periodista de la AFP.
Después embarcaron en el Caldera Vista para dirigirse hacia el puerto de Salónica, desde donde serían enviados hacia el campo de refugiados de Nea Kavala (Kilkis), en el norte de Grecia.
Alrededor de 700 de sus compatriotas serían igualmente transferidos por la tarde al mismo campo, tras la decisión del gobierno griego de descongestionar el campo de Moria.
“Espero salir rápido de este infierno”, declaró Mohamed Akberi, de 21 años, un afgano llegado a Moria hace solo cinco días.
Este campo, centro de registro e identificación de Lesbos, acoge a cerca de 11.000 personas; es decir, cuatro veces la capacidad estimada por Acnur.
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El número de migrantes no dejó de crecer durante este verano.
Acnur habla de “más de 3.000 llegadas solo en agosto”.
El jueves por la noche, 13 barcos arribaron a Lesbos con más de 540 personas a bordo, incluidos 240 niños, un aumento sin precedentes que preocupa al gobierno conservador.
Este fin de semana llegaron otros 280 refugiados, a menudo interceptados en alta mar por los guardacostas de la Unión Europea (UE) y de Grecia.
El gobierno griego, reunido de urgencia el sábado, anunció el traspaso rápido de los menores no acompañados y de las personas más vulnerables de las islas hacia el continente.
También comunicó la suspensión de los procedimientos de apelación a las solicitudes de asilo para facilitar el regreso de gente a Turquía.
Fuerte control policial
En la costa norte de la isla, donde generalmente desembarcan los botes hinchables cargados de exiliados, la vigilancia se reforzó el domingo. Un equipo de la AFP presenció las idas y venidas de los patrulleros en el mar y la fuerte vigilancia policial en las orillas griegas.
A unos kilómetros de allí, en Moria, una multitud de refugiados de todas las edades se dirigía el domingo hasta el puerto más cercano para bañarse y aliviar el calor.
Por el camino, Fahimen Nurmhohammadi, manifestó que sobrevive desde hace 20 días en condiciones muy difíciles: “Debemos hacer cola para todo, para la comida, las duchas (...) No nos sentimos seguros, hace unos días un adolescente fue apuñalado en el campo”.
Llegada de Irán con sus dos hijos y su marido, "para escapar del radicalismo religioso", desea que sus hijos de 12 y 16 años regresen rápidamente a la escuela.
Desde el acuerdo UE-Turquía firmado en marzo del 2016, se reforzó el control en las fronteras, lo que hace cada vez más difícil el acceso a la isla desde Turquía. Pero estos últimos meses, cerca de 100 personas en promedio realizan a diario esta travesía.
Mohamed Aliko, un kurdo de Siria, intentó seis veces pasar y pagó 5.000 euros a un traficante de personas. “Soñaba con ir a Canadá, pero ahora solo quiero tener una vida tranquila lejos de Lesbos”, declaró, tras un mes en este campo sobrepoblado.
Paul, un congoleño de 32 años llegado con sus tres hijos y su mujer, espera que “Europa tome medidas para cambiar la situación en sus fronteras”.