Glasgow. “Alerta roja para la humanidad”. Ante los temores de un naufragio de la cumbre del clima COP26 que comienza el domingo en Glasgow, se multiplican los llamamientos a los dirigentes mundiales para medidas más fuertes y más rápidas para frenar el calentamiento de un planeta que ya es víctima de catástrofes en serie.
Siberia y California arrasadas por las llamas, inundaciones espectaculares en Alemania y en Bélgica, impresionante ola de calor en Canadá, entre otros. La temperatura en la Tierra ha aumentado cerca de +1,1 °C desde la era preindustrial y los seres humanos viven las consecuencias dramáticas del cambio climático que han provocado.
Asimismo, solo se trata del inicio, advierten los científicos que subrayan que cada fracción de grado adicional traerá su lote de nuevos desastres. Como lo resume un video de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la imagen de un dinosaurio que irrumpe en la sala de la Asamblea General de la ONU: “Al menos nosotros teníamos un asteroide, ¿cuál es su excusa? No elijan la extinción, salven a su especie antes de que sea demasiado tarde”.
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Frente al futuro apocalíptico que predice el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, la solución es clara: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% para el 2030 con el fin de limitar el calentamiento a +1,5 °C, el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París, y continuar por esa senda hasta alcanzar la neutralidad carbono hacia el 2050.
Sin embargo, según un reciente informe de la ONU, incluso con los nuevos compromisos de los Estados para el 2030, el planeta se encamina a un calentamiento catastrófico de +2,7 °C.
‘Locura’
“La locura es hacer siempre lo mismo y esperar un resultado diferente”, ironizó Myles Allen, de la universidad británica de Oxford, parafraseando a Einstein, al destacar que al ritmo actual los resultados reclamados para el 2030 recién llegarían “en la década del 2080″.
Los gobiernos “no están a la altura””, insistió de su lado el secretario general de la ONU Antonio Guterres, señalando con el dedo al G20, que representa tres cuartas partes de las emisiones mundiales y celebra una cumbre este fin de semana en Roma.
“Es absolutamente central que todos los países del G20 presenten antes de Glasgow o en Glasgow contribuciones compatibles con +1,5 °C”, señaló Guterres, “profundamente preocupado” ante la cercanía de la COP26.
Lo mismo se oye del lado de lo organizadores británicos. “Estoy preocupado porque esto podría salir mal”, declaró el lunes el primer ministro Boris Johnson, sin perder las esperanzas. China, primer emisor mundial, no ha presentado aún sus compromisos formales. Sin embargo, incluso los países que ya lo han hecho pueden y tienen que reforzar los suyos para intentar dar un impulso político fuerte a las dos semanas de conferencia en Glasgow, Escocia, subrayan los expertos.
En Glasgow, donde se aguarda el lunes y martes a más de 120 dirigentes, estarán el estadounidense Joe Biden, el indio Narendra Modi, el francés Emmanuel Macron, el australiano Scott Morrisson y el canadiense Justin Trudeau. No obstante, no estará el presidente ruso Vladimir Putin ni la reina Isabel II que renunció “con pena” tras una hospitalización.
En cuanto al presidente chino Xi Jinping, si bien no ha salido de su país desde el inicio de la epidemia de covid-19, el titular de la COP26 Alok Sharma continúa esperando su participación. Para presionar a los líderes, Extinction Rebellion y otras organizaciones llevarán a cabo acciones durante la COP26, en Escocia y en otras partes.
Por su lado, la joven militante sueca Greta Thunberg lanzó un llamamiento a unirse a ella en Glasgow el 5 de noviembre para una marcha por la “justicia climática”.
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‘Cuestión de supervivencia’
Esta cuestión de justicia es central en esta conferencia mundial sobre el clima postergada un año a raíz de la pandemia, y en la que las organizaciones de la sociedad civil denuncian las desigualdades de acceso vinculadas al covid-19.
Entre los temas explosivos vinculados a esa misma noción de justicia se encuentra la solidaridad entre los países del Norte, responsables del calentamiento, y los de Sur, en primera línea frente a los impactos del cambio climático, y también del coronavirus.
Y más específicamente la promesa aún no cumplida por los países desarrolladas de llevar en el 2020 a 100.000 millones de dólares anuales su asistencia a las naciones pobres para que se adapten a las consecuencias y reduzcan sus gases de efecto invernadero.
El informe presentado esta semana por la presidencia de la COP26, que asegura que ese objetivo de 100.000 millones se puede alcanzar en el 2023 y luego ser superado año tras años, no ha calmado la ira de los países más vulnerables.
“Es un golpe terrible para el mundo en desarrollo”, denunció Walton Webson, que preside la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis). Para estas islas, amenazadas por el aumento del nivel de los océanos, la ayuda financiera es “una cuestión de supervivencia”, añadió Webson.
Otros temas importantes en las dos semanas de discusiones serán el abandono de las energías fósiles, empezando por el carbón, la necesaria aceleración de a adaptación a los impactos del calentamiento, y las negociaciones para finalmente concretar la aplicación del Acuerdo de París, en particular el funcionamiento de los mercados de carbono.
“La COP26 es la ocasión perfecta para que los países muestran que han aprendido la elección de las recientes catástrofes climáticas”, resumió Anaid Velasco, miembro de Climate Action Network, que reúne a cientos de oenegés.
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