París. Decenas de jugadoras francesas de ajedrez denunciaron en las últimas semanas haber sufrido agresiones sexuales, unos testimonios que se suman a una reciente polémica sobre las personas trans en este deporte, que vive su peculiar momento #MeToo.
El 3 de agosto, 14 jugadoras francesas denunciaron en una carta pública haber sido víctimas de “violencias sexistas o sexuales (...) verbales, escritas o físicas por parte de otros jugadores de ajedrez, entrenadores, árbitros o dirigentes”.
“Nos callamos durante demasiado tiempo”, denunciaron en la misiva las ajedrecistas, a las que se sumaron luego varias decenas más de jugadoras.
Las firmantes de la carta decían estar “convencidas de que el acoso y agresiones siguen siendo actualmente el principal motivo por el que mujeres, jóvenes y adolescentes dejan de jugar”.
“Es un mundo masculino”, lamenta Mathilde Congiu, una exjugadora y firmante del texto, en declaraciones a la AFP durante el 96º campeonato de Francia de ajedrez, que termina este domingo en la localidad alpina de Alpe d’Huez (este).
“Hay un 90% de hombres y los jugadores se sienten con total impunidad, sobre todo aquellos más laureados”, añade esta ajedrecista, quien decir “haber vivido cosas que no quiero recordar por miedo de que me vuelvan a la cabeza”.
Entre “todas las historias sexistas” que sufrió, recuerda manos en el trasero o comentarios condescendientes.
Las denuncias por parte de estas ajedrecistas se inspiraron del ejemplo de la doble campeona estadounidense Jennifer Shahade, quien acusó en febrero al costarricense Alejandro Ramírez de haberla agredido sexualmente dos veces.
Despiertos
El tema ya estaba en el aire pero la carta abierta de las francesas “nos ha despertado”, admitió por su parte el vicepresidente de la Federación Francesa de Ajedrez (FFE, por sus siglas en francés), Jean-Baptiste Mullon, que mostró su apoyo a las firmantes.
La FFE ya inició el año pasado una colaboración con una asociación especializada y también trabaja con la unidad del Ministerio de Deportes encargada de recibir denuncias de abusos, recordó.
Según Mullon, el ajedrez, un deporte “super inclusivo” no es “más machista que la sociedad”.
La disciplina “adolece de los mismos estereotipos de género que las materias científicas”, señala.
‘Cortina de humo’
A mediados de agosto, una noticia trastocó el mundo de ese deporte, cuando la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) anunció que las jugadoras trans serían suspendidas de las categorías femeninas de sus torneos hasta que no se tome una “decisión” respecto a ellas, en un plazo de dos años.
Para muchos jugadores con los que la AFP habló en Alpe d’Huez, esta disposición, que se aplica en competiciones internacionales como las olimpiadas, es “incomprensible”.
“El ajedrez no es un deporte en el que las personas nacidas hombres supuestamente tengan una ventaja biológica”, declaró Séraphina Bosc, de 20 años, que inició su transición a mujer hace un año y medio.
Yosha Iglesias, una jugadora y activista trans de 35 años, también ha denunciado en redes sociales una norma que hipotecaría fuertemente su futuro deportivo, y a la FIDE por arrogarse el derecho de “‘sacar del closet’ a las trans según le parezca”, incluso en países en los que ese gesto pueda ponerlas en peligro.
Varias federaciones nacionales, como las de Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, indicaron rápidamente que se opondrían a la medida. Para la federación inglesa, la iniciativa es “discriminatoria” e “incompatible con el derecho inglés”.
Según Mullon, la FFE también decidió no aplicar la regla en Francia.
Entonces ¿por qué se ha arriesgado la FIDE, una organización dirigida desde 2018 por el ex vice primer ministro ruso Arkadi Dvorkovich, a ordenar esa suspensión?
Para Jennifer Shahade, la razón está clara: se trata de una “cortina de humo para desviar la atención del MeToo”, que “ganó alcance en las últimas semanas”, según dijo el martes en una tribuna publicada en el portal MSNBC.
Lo que deberían hacer las instituciones, defiende la estadounidense, es “proteger y celebrar a los miembros más vulnerables de nuestra comunidad”.