Miami. Las horas corren y los familiares de los 150 desaparecidos tras el colapso de un edificio en Surfside, Florida, no encuentran consuelo. Los rescatistas trabajan a contrarreloj pero, a cada minuto que pasa, las esperanzas se desvanecen.
A los familiares se les han tomado muestras de ADN para facilitar la identificación de los cuerpos localizados. Hasta este lunes, sumaban once.
“Todos los que vivimos en Surfside somos víctimas, porque es una comunidad pequeña donde todos somos tan hermanos que nos afecta de una manera o de otra”, relató Ruby Romero al diario El Universal, quien además de haber vivido en el edificio que se vino abajo, conoce a varios de los desaparecidos.
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“No solo son tus vecinos, somos familia y estamos muy consternados. No quiero pensar cómo se sienten sus familiares —de sangre—es un momento muy difícil”, añadió.
Las cuadrillas de socorro han estado muy ocupadas, día y noche, entregadas a buscar y encontrar sobrevivientes y cuerpos, pero las labores de rescate se hacen muy difíciles, porque hay tormentas y el fin de semana se presentó un incendio en la profundidad de los escombros que tardó mucho tiempo en poder ser controlado y el humo provocó, incluso, que algunas viviendas fueran evacuadas.
El viernes llegaron a Miami los “topos” mexicanos, quienes desde el terremoto de 1985 de la Ciudad de México comenzaron a especializarse en estas labores y hoy son expertos. Se unieron a los trabajos con los rescatistas de Miami-Dade. Una cuadrilla también llegó de Israel el domingo.
Uno de los socorristas, David Chávez, explicó a diversos medios por qué parece lento el proceso de rescate.
“Cada equipo tiene una estructura operacional, en la cual tiene que haber un análisis de la norma de seguridad. Tenemos a la gente bajo los escombros y los edificios aledaños que están en pie pudieran caerse. Es necesario asegurar todo y saber si hay fugas de gas o cualquier riesgo que pudiera costarle la vida a alguno de los especialistas”, aseguró.
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“Todo se va sectorizando para hacer diversos tipos de búsqueda y de esa manera ir descartando cuadrantes e ir avanzando. Cuando se localiza a un sobreviviente, lo primero es llegar a él, estabilizarlo y de ahí enviarlo a terapia intensiva”, agregó Chávez.
Fernando Álvarez, de la Brigada de Rescate Topos Tlatelolco, acotó que “por el tipo de derrumbe, no quedaron muchos huecos. Doce pisos quedaron casi en dos; hay menos posibilidades de vida, pero todavía hay”.
También es importante garantizar la seguridad de los rescatistas. Asimismo, ante la posibilidad de más derrumbes, de que la estructura que quedó de pie no resista, es necesario hacer apuntalamientos, dijo.
Todo eso toma tiempo. Un tiempo que para las familias, que este domingo pudieron acercarse al lugar donde ocurrió el derrumbe, se vuelve eterno.
La frustración crece entre los familiares y los lugareños. “Imagínese si fueran sus hijos los que estuvieran atrapados allí”, lanzó a las autoridades la madre de una mujer de 26 años que está entre los desaparecidos, cuando se acercaron a ella. “No es suficiente”, reclamó.
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El Jefe de Bomberos del condado Miami-Dade, Alan Cominsky, reconoció en conferencia de prensa que la acción de rescate “ha sido lenta”, pero insistió en que “el componente crítico es que el edificio se derrumbó y los escombros estaban desperdigados y compactados”, lo cual dificulta la operación de rescate y la retrasa por que “es necesario realizar un proceso muy metódico”.
De hecho se logró abrir una zanja que ha permitido avanzar con un poco más de rapidez y también ayudó a localizar los últimos cuatro cuerpos y a combatir el incendio que se había generado en la profundidad de los escombros.
Lo cierto es que el tiempo está jugando contra toda posibilidad de encontrar a alguien más con vida. En la zona se ve trabajar frenéticamente a los rescatistas, acompañados de sus perros, que buscan cualquier señal de vida.
Las autoridades intentan mantener elevado el ánimo, pero al mismo tiempo trabajan con las familias para que estén preparados para lo peor.
La visita de este domingo, que se realizó de manera privada, les sirvió para poder desahogarse, para rezar. Para mantener su privacidad, la Policía usó desde cartones hasta sombrillas. Y luego, los familiares regresaron al centro de reunificación, a seguir esperando.
Mientras tanto, al menos las dos torres contiguas a la colapsada en Champlain Towers, la Torre Norte y la Torre Este fueron voluntariamente evacuadas como una medida de seguridad, con la garantía gubernamental de que cuentan con el apoyo económico de la Agencia Federal para Desastres (FEMA, por sus siglas en inglés).