Suecia fue testigo de un aumento de ataques motivados por el odio religioso desde inicios de este año, especialmente con manifestaciones y actos de quema del Corán. Estas acciones generaron tensiones no solo dentro del país, sino también con otras naciones de confesión musulmana, y han tenido repercusiones a nivel internacional, incluida la respuesta de Irak.
El primer incidente de quema del libro sagrado ocurrió en enero frente a la embajada de Turquía, lo que provocó una serie de protestas y boicots a productos suecos, generando preocupación sobre la posible entrada de Suecia a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).
Posteriormente, en junio, un hombre iraquí, Salwan Momika, quien se estableció en Suecia tras huir de su país, quemó varias páginas del Corán frente a la mayor mezquita de Estocolmo durante la celebración de Aid al Adha, una fecha significativa para la comunidad musulmana. La protesta fue autorizada por la policía sueca, pero recibió fuertes críticas a nivel internacional por su carácter ofensivo y despectivo hacia la religión musulmana.
Diversos países, incluidos Turquía, Irak, Irán y Arabia Saudita, condenaron enérgicamente este acto, advirtiendo sobre la posibilidad de inflamar los sentimientos de los musulmanes en todo el mundo. Además, la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo y Marruecos expresaron su repudio y tomaron medidas diplomáticas en respuesta a la quema del Corán en territorio sueco.
Estas acciones desataron una polémica sobre los límites de la libertad de expresión y pusieron en evidencia las consecuencias potencialmente peligrosas del odio religioso en un contexto globalizado y diverso.
¿Cómo reacciona Irak frente a las ofensas al Corán?
En junio, decenas de iraquíes, seguidores del líder chiita Moqtada Sadr, protestaron frente a la embajada de Suecia en Bagdad en respuesta a la quema de un ejemplar del Corán en Estocolmo, acto que generó indignación en el mundo musulmán. Los manifestantes permanecieron unos 15 minutos en la embajada antes de retirarse pacíficamente tras la intervención de las fuerzas de seguridad.
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Aunque la policía sueca había autorizado la protesta bajo el riesgo de que se realizara la quema del Corán, el gobierno de Suecia emitió una disculpa por los actos. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia afirmó en un comunicado:
“El gobierno sueco comprende que los actos islamófobos cometidos por individuos en Suecia pueden ser ofensivos para los musulmanes. Condenamos fuertemente esos actos, que no reflejan las posiciones del gobierno sueco”.
Sin embargo, las tensiones se intensificaron y la embajada de Suecia en Bagdad fue incendiada durante una manifestación organizada por seguidores de un líder religioso iraquí. Ante esta situación, el primer ministro iraquí, Mohamed Shia Al Sudani, ordenó la expulsión de la embajadora sueca del territorio iraquí.
La decisión se basó en la “repetida autorización del gobierno sueco para quemar el sagrado Corán, insultar las santidades islámicas y quemar la bandera iraquí”.