Washington. Joe Biden pidió “bajar la temperatura” política tras la victoria de Donald Trump. Prometió un traspaso “pacífico” del poder y se comprometió a trabajar arduamente durante los 74 días que le quedan de mandato.
El presidente estadounidense reconoció que, tras la derrota, debe aceptar el veredicto de las urnas y animar a sus seguidores. En su discurso a la nación, buscó apaciguar un país profundamente polarizado.
“Espero que podamos vernos unos a otros no como adversarios, sino como conciudadanos estadounidenses. Bajemos la temperatura”, dijo desde la Casa Blanca.
“Una derrota no significa que estemos vencidos. Perdimos esta batalla, pero el Estados Unidos de sus sueños los llama a levantarse”, añadió.
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Para él, “los reveses son inevitables, pero rendirse es imperdonable”. El presidente afirmó que el sistema electoral estadounidense “es honesto, justo y transparente, y se puede confiar en él, se gane o se pierda”. Su discurso conciliador contrasta con la reacción de Trump cuando perdió hace cuatro años.
En aquel momento, el republicano instó a sus seguidores a “luchar como demonios”, antes de que cientos de ellos irrumpieran en el Capitolio para impedir la certificación de la victoria de Biden.
Ahora, el presidente invitó a Trump a la Casa Blanca. Será la primera vez que se verán las caras desde el polémico desempeño del demócrata, de 81 años, en un debate electoral, el cual lo obligó a retirarse de la carrera y ceder el liderazgo a su vicepresidenta Kamala Harris, derrotada en las urnas.
El líder octogenario sigue adelante con su agenda. Este mes viajará a las cumbres del G20 en Brasil y de la APEC en Perú, informó la Casa Blanca.
Y su jefe de la diplomacia, Antony Blinken, seguirá intentando poner fin a las guerras en Gaza y Líbano, informó el Departamento de Estado.
Donald Trump trabaja a su equipo en Florida
Trump se encuentra en su mansión de Mar-a-Lago, en Florida, perfilando su próximo equipo. Su misión: transformar el país a su manera, con el riesgo de desmontar parte del legado de Biden.
El miércoles por la noche, su equipo anunció que “en los próximos días y semanas, el presidente Trump seleccionará personal”.
Se especula que incluirá a Robert F. Kennedy Jr., heredero de una dinastía política que abandonó a los demócratas, y a Elon Musk, el hombre más rico del mundo, muy implicado en la campaña.
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Kennedy, conocido por su activismo antivacunas, parece moderar su mensaje. El miércoles declaró a NBC News: “No voy a quitarle las vacunas a nadie”.
Sin embargo, reiteró su recomendación de eliminar el flúor del agua potable.
Trump también desea que Musk audite el gobierno para reducir los gastos.
Los votantes respaldaron las políticas de línea dura de Trump y rechazaron el historial de Biden y Harris.
Donald Trump deberá trabajar en el sector económico
Aunque la economía estadounidense muestra un buen desempeño, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), muchos ciudadanos no lo perciben.
Se quejan de la inflación, factor que ha influido en el voto de millones, según encuestas a salida de urnas.
“Dejamos atrás la economía más fuerte del mundo. Sé que la gente aún sufre, pero las cosas están cambiando rápidamente”, afirmó Biden este miércoles.
Trump asumirá la presidencia con una condena penal y será el presidente de mayor edad en jurar el cargo.
Ha triunfado tras una campaña turbulenta, en la cual escapó de dos intentos de asesinato.
Gobernará con una amplia ventaja: su partido ha arrebatado a los demócratas la escasa mayoría que tenían en el Senado y parece mantener el control de la Cámara de Representantes.
No solo ganó las elecciones, sino que se llevó el voto popular.
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Llega fortalecido. El partido le será leal, pues las voces críticas fueron eliminadas en los últimos cuatro años o se distanciaron por decisión propia.
Entre sus prioridades figuran: utilizar el Departamento de Justicia para actuar contra quienes considera sus enemigos, deportar migrantes en situación irregular, especialmente aquellos con antecedentes penales, y aplicar la pena de muerte a traficantes de drogas y personas.
También se propone imponer aranceles, sobre todo a productos chinos, y fomentar la extracción de petróleo.
En política exterior, prometió finalizar la guerra en Ucrania, aunque no explicó cómo, y expresó un respaldo inquebrantable al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.