Cuatro jóvenes venezolanos, que habían logrado establecerse en Dallas, EE. UU., fueron arrestados y posteriormente enviados a la megacárcel de El Salvador, bajo acusaciones de pertenecer a la pandilla Tren de Aragua.
Aentes armados irrumpieron en la casa donde vivían los cuatro amigos. Mervin Yamarte, de 29 años, logró comunicarse con su madre desde un centro de detención en Texas, pero los familiares desconocían los cargos en su contra.
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Sus nombres no aparecían en registros judiciales federales, estatales ni locales.
Traslado sorpresivo a El Salvador
Los detenidos firmaron documentos de deportación, convencidos de que regresarían a Venezuela.
Sin embargo, un día después, la madre de Yamarte identificó a su hijo en un video del presidente Nayib Bukele, donde presuntos pandilleros descendían violentamente de un avión y eran llevados a la megaprisión salvadoreña.
En la breve aparición del joven en el video, su cabeza rapada y una camisa negra rasgada evidenciaban un trato severo.
Un agente lo sujetaba mientras él mostraba una expresión de dolor. Su madre quedó en estado de shock al ver las imágenes.
Orden secreta de Trump provocó la deportación
El entonces presidente de EE. UU., Donald Trump, firmó en secreto un decreto basado en la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, que permitía la expulsión rápida de venezolanos supuestamente ligados al Tren de Aragua.
Un juez federal bloqueó la medida y ordenó el retorno de los deportados, pero tres aviones ya habían aterrizado en El Salvador.
La Casa Blanca y el Departamento de Seguridad Nacional no confirmaron si Yamarte y sus amigos fueron deportados bajo esta normativa.
Sin embargo, la rapidez del procedimiento coincide con el uso de esa facultad presidencial.
Tras el reconocimiento de Yamarte en el video, las madres de los otros detenidos comenzaron a buscar información desesperadamente.
Se presume que Ringo Rincón, Andy Javier Perozo y Edwuar Hernández también fueron enviados a la prisión salvadoreña. Sus familias insisten en que no tienen antecedentes penales ni vínculos con pandillas.
Las madres claman por justicia, afirmando que sus hijos solo buscaban un futuro mejor. “Si hay criminales, que los busquen, pero los inocentes no deben pagar por los demás”, expresó Mercedes Yamarte.
Un sueño truncado
Los cuatro amigos, oriundos de Maracaibo, Venezuela, compartían un hogar en Dallas y trabajaban en fábricas y comercios.
Como miles de migrantes, ingresaron a EE. UU. cruzando el Río Grande y entregándose a la Patrulla Fronteriza. Fueron liberados con citas para presentarse ante un juez.
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Yamarte quería reparar la casa de su familia en Venezuela y tatuó en su brazo la frase “Fuerte como mamá”, en honor a su madre.
Sus compañeros también eran padres de familia, con hijos que dependían de ellos.
El arresto y la pesadilla en El Salvador
El hermano menor de Yamarte, Jonferson, fue testigo de los arrestos, pero no fue detenido. Relató que los agentes preguntaban por tatuajes, señalados como posibles indicios de pertenencia a pandillas.
Investigadores han advertido que los tatuajes no son prueba de afiliación criminal, pero la administración Trump los usó como criterio de detención.
El sábado, Mervin Yamarte llamó a su madre y le aseguró que estaba detenido con sus tres amigos.
Firmaron los papeles de deportación sin imaginar lo que les esperaba. Sus hijos planeaban recibirlos con una fiesta de bienvenida, pero el video de Bukele reveló la cruda realidad.
Ahora, las familias viven una angustia insoportable, sin saber cómo ni cuándo podrán recuperar a sus seres queridos.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.