Washington. Kamala Harris prometió a los obreros “empleos bien remunerados” y que “no requieran un título universitario” durante un mitin en Míchigan, donde tanto ella como Donald Trump cortejan a este electorado y a la comunidad musulmana.
Las elecciones presidenciales del 5 de noviembre entre la candidata demócrata y el republicano podrían decidirse por unos pocos miles de votos en determinados condados de seis o siete estados clave, llamados pendulares.
Más de 10 millones de estadounidenses ya han votado, de los cuales más de tres millones en estos estados, según datos de la Universidad de Florida.
Míchigan, base de las “tres grandes” fábricas de automóviles (Ford, General Motors y Chrysler), es uno de los estados pendulares.
“No se equivoquen”
En un mitin, la vicepresidenta prometió reequipar las fábricas, contratar localmente y trabajar “con los sindicatos para crear empleos bien remunerados, incluidos empleos que no requieran un título universitario”.
Y si gana el 5 de noviembre, se compromete a examinar los empleos federales para evaluar aquellos “que no deberían tener ese requisito” de título universitario y desafiará “al sector privado a hacer lo mismo”.
“Nunca les diré qué tipo de automóvil deben conducir”, añadió para diferenciarse del expresidente republicano, quien defiende a ultranza los automóviles de gasolina. Aunque desde que Elon Musk, el propietario de Tesla, se sumó a su campaña, parece haber suavizado su oposición a los autos eléctricos.
“No se equivoquen, Donald Trump no es amigo de los obreros”, advirtió Harris a un público entregado que le cantó “cumpleaños feliz” dos días antes de que cumpla 60 años.
Tiene otros actos electorales previstos en este estado, donde Trump realizará varios mítines, uno de ellos en Detroit, antiguo bastión de la industria automovilística estadounidense.
Pero antes participó en dos podcasts conservadores.
“Ella es peor que Biden”, dice Trump
“Biden es un gran incompetente, pero la mala noticia es que ella es peor”, dijo Trump.
El millonario confirmó que prevé trabajar en un McDonald’s durante el fin de semana, para burlarse de la candidata demócrata, a quien acusa de mentir cuando dice que de joven fue empleada de esta cadena de comida rápida.
Según su equipo de campaña, este viernes Trump transmitirá un mensaje: “Las familias de Míchigan fueron aplastadas por la inflación bajo el fallido liderazgo de Kamala”.
Trump amenaza con imponer aranceles de 100%, 200% e incluso más si gana las elecciones, para, según él, traer de vuelta a Estados Unidos a una gran cantidad de empresas.
Esta semana pronosticó que los coches que China construye en México van “a ser el fin de Míchigan”.
Las crisis económicas de la década de 1970 llevaron a muchos habitantes a irse de Míchigan, un estado fronterizo con Canadá, pero los conflictos en Oriente Medio atrajeron a la zona a migrantes libaneses, iraquíes, yemeníes y palestinos.
Tradicionalmente, la comunidad musulmana vota por los demócratas, pero su enfado por el apoyo de la Casa Blanca a las operaciones militares israelíes en Gaza y Líbano ha amenazado con reducir ese apoyo.
Varias organizaciones árabes estadounidenses han decidido apoyar a candidatos independientes como la ecologista Jill Stein o a ninguno, pero una de las más importantes, el movimiento de los No Comprometidos, ha respaldado a la demócrata, más por pragmatismo, porque temen que Trump sea peor, que por afinidad.
Tanto Harris como Trump consideraron que la muerte del jefe de Hamás, Yahya Sinwar, en una operación israelí facilita alcanzar la paz en Oriente Medio.
En Dearborn, suburbio de Detroit, Marwan Faraj, un estadounidense de origen libanés de 51 años, afirma que esta vez dará la espalda a Kamala Harris.
“Han apoyado esta limpieza étnica y genocidio desde el primer día, con los dólares de nuestros impuestos, y eso está mal”, se queja.
Tampoco votará por los republicanos, sino por Jill Stein.
Para convencer a los votantes de Míchigan, Harris contará con la ayuda de la ex primera dama Michelle Obama, que hará campaña en el estado el 26 de octubre.
Según Harris, Trump “está exhausto” por la campaña y esto pone en duda que sea “apto para el trabajo más difícil del mundo”.
El republicano tiene una agenda cargada, pero últimamente ha cancelado varias entrevistas.