Las Vegas y Nueva York. AP y AFP El multimillonario Kirk Kerkorian, que no terminó el octavo grado, pero construyó los hoteles más grandes de Las Vegas, trató de controlar Chrysler y compró y vendió los estudios MGM tres veces, falleció en Beverly Hills, a los 98 años.
Kerkorian, conocido por sus ofertas agresivas a la hora de invertir, murió el lunes.
Reservado y modesto, Kerkorian se pasó gran parte de su vida tratando de evitar la atención pública y pocas veces concedió entrevistas. Él se llamaba a sí mismo “un muchacho de pueblo que tuvo suerte”.
Desdeñaba las fiestas elegantes de Hollywood y los estrenos de películas. En lugar de llegar a un evento en limusina, a menudo arribaba al volante de su vagoneta Mercury.
Hijo de inmigrantes armenios, piloto de la Real Fuerza Aérea en Canadá durante la Segunda Guerra Mundial, este amante de los riesgos montó una firma de aviones privados antes de hacer su fortuna en la capital del juego, Las Vegas.
En el 2005 extendió aún más su imperio del juego al comprar por casi $8.000 millones al prestigioso grupo de hoteles-casinos Mandalay Resort.
Sus otras pasiones eran el cine y los automóviles, con las que también tuvo relaciones tormentosas. En 1969 compró los míticos estudios de Hollywood Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), empresa que vendió y recompró.
En 1990 se lanzó al sector automotor al convertirse en el principal accionista del fabricante estadounidense Chrysler. En 1995 lanzó una oferta de adquisición hostil al grupo, pero fracasó.