Río de Janeiro. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, admitió este martes que el país no estaba “100% preparado” para enfrentar la ola de incendios forestales que su gobierno atribuye al “terrorismo climático”. Brigadistas y bomberos luchan para combatir 108 incendios en todo el país, mientras que otros 106 arden sin ninguna clase de atención, según el Ministerio de Ambiente.
“No estábamos 100% preparados (...) Hay muy pocos estados con defensa civil, bomberos y brigadas contra incendios. Casi nadie los tiene”, lamentó Lula en una reunión con los jefes de los tres poderes en Brasilia. El gobierno destinará 514 millones de reales ($93,7 millones) para atender la crisis.
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En la mañana, la ministra de Ambiente, Marina Silva, afirmó que, además de la histórica sequía que atraviesa el país, algunos incendios fueron provocados por “terrorismo climático”. Algunas personas “están iniciando conflagraciones dentro de la selva”, denunció Silva en una entrevista con la televisión estatal.
El Ejecutivo estima que 18 millones de hectáreas de bosques fueron arrasadas por el fuego, una superficie similar a la de Uruguay.
‘Oportunismo’
De su lado, Lula insinuó que tras las llamas podría ocultarse el “oportunismo por parte de algunos sectores” políticos. “Una persona muy importante” en la oposición “utilizó las palabras: Brasil va a arder en llamas”, afirmó Lula, en alusión al pastor evangélico Silas Malafaia, un orador recurrente en los actos del expresidente Jair Bolsonaro.
Entretanto, cientos de bomberos lograron en las últimas horas detener el avance del enorme incendio que ardía desde el domingo en el Parque Nacional de Brasilia y que estuvo cerca de alcanzar zonas residenciales de la capital. Este martes, autoridades locales informaron que el “momento más crítico” de ese incendio “quedó atrás”.
Unas 2.400 hectáreas de bosque fueron arrasadas por las llamas en esta reserva natural de 42.000 hectáreas, según el presidente del estatal Instituto Chico Mendes para la Conservación, Mauro Pires. “Tiene todas las características de un incendio criminal”, afirmó Pires en una conferencia de prensa. Brasilia acumula más de 140 días sin lluvias y niveles mínimos de humedad. Aún hay fuegos subterráneos y riesgo de reactivación, advirtió Pires.
De su lado, la vicegobernadora de Brasilia, Celina Leão, recordó que “este es solo uno” de las decenas de incendios en el Distrito Federal. Según Leão, las conflagraciones probablemente fueron iniciadas por agricultores o personas que viven en la calle, que “perdieron el control” de sus fogatas. El cuerpo de bomberos militares de la ciudad movilizó a 500 efectivos para controlar las llamas. Cuatro resultaron heridos, según su comandante, Pedro Aníbal.
Lluvia providencial
En Sao Paulo, las lluvias al inicio de la semana aplacaron los fuegos. El estado pasó de tener 520 focos activos a finales de la semana pasada, a apenas 25 al final del lunes, según el satélite de referencia del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). El daño ambiental, sin embargo, se sentirá durante los próximos meses e incluso años.
Solo entre junio y agosto, los incendios forestales en la Amazonía brasileña liberaron unas 31,5 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, una cantidad equivalente a las emisiones anuales de Noruega, alertó un estudio realizado por el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM).
Además, la descomposición de la vegetación quemada emitirá gases de efecto invernadero por “muchos años”, según el informe del IPAM, citado por la red Observatório do Clima. “Es aterrador. Los bosques, que deberían capturar carbono durante los próximos siglos, van a (...) agravar el calentamiento global”, explicó Camila Silva, investigadora del IPAM.
En Brasil, el número de incendios en lo que va de setiembre (59.641) ya superó el total de todo el mes del año pasado (46.498), según las mediciones del INPE. El país más grande de América Latina atraviesa la peor sequía en 75 años, que los expertos atribuyen al cambio climático.