Río de Janeiro. Reuters. Apoyado en un ambiente socioeconómico favorable y programas en favor de los más pobres, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva había logrado sortear una serie de escándalos de corrupción que sacudieron al país.
Sin embargo, los escándalos acabaron haciendo mella en su amplia popularidad a dos días de las elecciones, cuando medios de prensa divulgaron fotos de fajos de dinero que presuntamente pretendían usar militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula en una maniobra ilícita para desacreditar a candidatos opositores.
Dos encuestas difundidas el sábado confirmaron que el mandatario había perdido respaldo, y la segunda vuelta era posible.
El nuevo escándalo fue el último de una serie que acompañó al gobierno de Lula –quien nunca fue tocado directamente– y particularmente al PT.
Según analistas, el “fenómeno Lula” tiene sus raíces en la gestión del exlíder sindical de 60 años, así como en su profundo conocimiento del sentir de los más necesitados.
“El carisma de Lula, su credibilidad (...) El gran electorado es capaz de separarlo del PT y de sus asesores”, comentó el analista Carlos Lopes sobre los allegados que debió separar.
Lopes señaló que los beneficios para los más necesitados otorgados por Lula, como la entrega de dinero a las familias pobres que envían a sus hijos a la escuela, “la distribución del ingreso en la franja más pobre de la población mejoró”.