Su rostro se convirtió en un símbolo del conflicto por Ucrania y el horror de la guerra. La foto de Olena Kurilo apareció en portadas de diarios y su imagen recorrió el mundo.
Su mirada desfallecida recrudece el escenario detrás de ella: los balcones destruidos y las frazadas colgando de agujeros resquebrajados después de los bombardeos por los primeros ataques rusos en la ciudad de Kharkiv.
“No hay ventanas, no hay puertas. Una puerta incluso salió volando. El piso ha sido completamente arrancado”, dijo Kurilo en una entrevista con Europa Press.
El jueves en la madrugada, el Ejército ruso afirmó que destruyó los sistemas de defensa antiaérea. Lo que no anunció es que los misiles enviados por Kremlin también habían destruido un hospital en Chuguev, en las afueras de Kharkiv, de donde Kurilo, una profesora de 52 años, salió horas después.
Kurilo es directora de escuela y educadora. Cuenta que habían estudiado la historia pero “nunca pensamos que pasaría en nuestra tierra”. Cuando encontró a la prensa en la calle comenzó a repetir, una y otra vez, la misma frase: “Nunca pensé que esto podría pasar”.
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Tenía la cara cortada y los ojos manchados con sangre coagulada; casi la mitad del rostro estaba cubierta por vendas. Ella fue una de las 20 personas heridas por los fragmentos de cristal que salieron despedidos tras la explosión en esa ciudad en el este de Ucrania.
”Solo logré pensar en ese segundo: ‘Dios mío, no estoy lista para morir’”, dijo la profesora a los reporteros en campo. “Estaba en shock, no sentí ningún dolor”, agregó.
Rusia lanza misiles en Ucrania
La explosión de los misiles dejó un cráter de cuatro a cinco metros de ancho. El proyectil cayó entre dos edificios de cinco pisos que quedaron devastados. Los bomberos lucharon para extinguir los restos de un incendio, reportó el Moscow Times.
Este fue uno de los primeros daños reportados que Rusia provocó el jueves en la madrugada.
”Soy muy afortunada. Debo tener un ángel guardián muy fuerte para haberme mantenido con vida”, reconoció Kurilo al ver a sus alrededores.
Cerca de ahí un hombre lloraba sobre el cuerpo de su padre entre los restos de un distrito residencial en la ciudad. “Le dije que se fuera”, sollozó el hombre de unos 30 años, junto a los restos de un automóvil, según los reporteros del diario The Moscow Times.
“Me levantaré e iré. Haré todo por Ucrania, tanto como pueda, con toda la energía que tenga”, dijo. “Nunca, bajo ninguna condición, me someteré a Putin. Es mejor morir”, agregó.