Kabul. Haji Mirzaman era un adolescente cuando comenzó en los años 60 a hacer fotos con su “caja mágica”, un aparato artesanal fabricado con madera con el que recorría las calles del centro de Kabul en busca de clientes.
Su herramienta, llamada Kamra e faoree (cámara instantánea), es un ancestro de la Polaroid y desde el comienzo la utilizó para hacer fotos en blanco y negro para pasaportes, tarjetas de identidad y otros documentos.
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Y aunque sobrevivió a las guerras, a las invasiones y a la prohibición de la fotografía por parte de los talibanes en su primer paso por el poder —entre 1996 y el 2001—, ahora está amenazada de desaparición debido a las cámaras de fotos digitales, lamentó Haji, hoy en sus setentas.
“Ya no se utilizan estos aparatos”, comentó, instalando el suyo en un trípode de madera en su pequeña casa en el corazón de la capital afgana. “Es el último que conservo”, precisó. Feliz de mostrar su funcionamiento, Haji introdujo el papel, productos de revelado, quitó la tapa del lente y obtuvo instantáneamente un negativo.
En la cámara oscura, desarrolla el negativo que luego es fotografiado según el mismo proceso, para finalmente conseguir una foto. “Hoy en día, todos los fotógrafos utilizan cámaras digitales (...) Cada vez menos gente sabe cómo funciona esta cámara”, se lamentó Haji.
Las cajas eran fabricadas por carpinteros afganos, aunque las lentes eran importadas, afirmó. Los años 1950 marcaron la edad de oro de las Kamra e faoree, cuando los afganos se unieron masivamente a las filas del ejército nacional y necesitaban fotos de identidad para sus documentos militares.
En el poder a finales del decenio de 1990, los talibanes habían prohibido la fotografía ya que la representación de seres humanos era inapropiada para ellos. Sin embargo, permitieron que Haji tomara fotos oficiales con su cámara. Después de la caída de los talibanes en el 2001, volvió a la moda, con millones de estudiantes que necesitaban fotos para regresar a la escuela, o para tarjetas de identidad.
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Cuando los talibanes volvieron al poder a mediados de agosto pasado, no prohibieron nuevamente la fotografía. En las calles, se ven regularmente a jóvenes combatientes tomando fotos de sus compañeros o selfies con sus teléfonos celulares.
Haji enseñó a sus cuatro hijos el arte de la fotografía. Sin embargo, ninguno de ellos usa la Kamra e faoree. El último ejemplar de la familia se exhibe ahora fuera de su estudio, como el recuerdo de una época que sólo subsiste en los álbumes fotográficos.