Washington. Marco Rubio llega este sábado a Panamá en su primer viaje al extranjero como jefe de la diplomacia de Estados Unidos. Su objetivo es buscar una forma de recuperar el control del canal de Panamá, uno de los propósitos del presidente Donald Trump.
El viaje coincide con la jornada en la que Trump prevé imponer aranceles a los principales socios comerciales de Estados Unidos: Canadá, México y China. Desde que el republicano asumió la Casa Blanca para su segundo mandato, la política exterior de Washington se ha vuelto mucho más agresiva.
Rubio visitará posteriormente otros cuatro países latinoamericanos: Costa Rica, El Salvador, Guatemala y República Dominicana, con una agenda centrada en la migración. Este enfoque sorprende si se compara con el tono conciliador de los primeros viajes de sus predecesores.
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Trump reiteró su negativa a descartar el uso de la fuerza militar para apoderarse del canal de Panamá, que Estados Unidos entregó a finales de 1999. El presidente considera que China ejerce un control excesivo sobre esta vía intraoceánica a través de su inversión en los puertos en ambos extremos del canal.
En su discurso de investidura, el magnate afirmó que Estados Unidos “recuperará” el canal, y el viernes insistió en no dar marcha atrás. “Ya han ofrecido hacer muchas cosas”, dijo Trump sobre Panamá. “Pero creemos que es apropiado que lo recuperemos”.

Trump también afirmó que Panamá comenzó a retirar carteles en chino, como parte de un intento de encubrir el incumplimiento del acuerdo sobre el canal. Aseguró que Rubio abordará este tema con la persona encargada.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, generalmente considerado un aliado de Estados Unidos, ha descartado cualquier negociación y ha planteado una queja ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por la amenaza de Trump. Para él, el asunto está sellado: “El canal es de Panamá”.
Sin embargo, el gobierno de Mulino ordenó una auditoría de CK Hutchison Holdings, la empresa de Hong Kong que opera puertos en ambos extremos del canal.
Presión máxima
Queda por ver si Rubio lleva a cabo su amenaza y, en su caso, de qué manera lo hará. Algunos expertos opinan que Trump solo está ejerciendo presión, y que podría declarar victoria si Estados Unidos aumenta su inversión en el canal, algo que la mayoría de los panameños aprobaría.
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Rubio minimizó la opción militar, aunque no contradice a su jefe. “Creo que el presidente ha sido claro al respecto: quiere volver a administrar el canal. Obviamente, los panameños no son grandes admiradores de esa idea”, dijo Rubio en una entrevista a la radio SiriusXM antes del viaje.

El senador reconoció que el gobierno de Panamá es, en general, proestadounidense, pero destacó que el canal de Panamá es un “interés nacional fundamental” para Washington. “No podemos permitir que ninguna potencia extranjera, en particular China, tenga ese tipo de control sobre el canal. Eso simplemente no puede seguir así”, expresó Rubio.
El 40% del tráfico de contenedores de Estados Unidos pasa por el canal.
El enviado especial de Estados Unidos para América Latina, Mauricio Claver-Carone, señaló el viernes que la culpa no recae sobre Mulino, sino sobre el anterior presidente panameño, Juan Carlos Varela. En 2017, Varela decidió cortar los lazos con Taiwán y fortalecer los vínculos con China. “No fue solo un reconocimiento diplomático. Literalmente abrió las compuertas y le dio activos estratégicos en toda la zona del canal a China”, dijo Claver-Carone.
Claver-Carone también acusó a Panamá de aumentar injustamente los costos para los barcos estadounidenses, pese a haber solicitado ayuda a Washington para el mantenimiento del canal. Panamá, por su parte, atribuye el incremento de los costos a los efectos de una sequía, exacerbada por el cambio climático.
Trump no dudó en ejercer presión sobre otros países para obligarlos a ceder, especialmente en su esfuerzo por expulsar a los migrantes en situación irregular. El domingo, amenazó con imponer aranceles a Colombia para forzar a su presidente, Gustavo Petro, a revertir la decisión de impedir el aterrizaje de un avión militar con migrantes, algunos de ellos con grilletes. Aunque Bogotá aceptaba recibirlos, exigía que fuera en otros aviones y en condiciones “dignas”.
