Manila
Una manifestación este sábado en Manila a favor de la política de mano dura promovida por el presidente filipino Rodrigo Duterte logró el mayor número de asistentes: cerca de 200.000 personas, según la policía, bastantes menos, según los corresponsales de la AFP.
Para el secretario de Justicia, Vitaliano Aguirre, la presencia de la gente en las calles demuestra el "fuerte apoyo del que sigue gozando el presidente".
Duterte, de 71 años, ganó las elecciones del año pasado con la promesa de erradicar las drogas en la sociedad matando a decenas de miles de personas.
Desde que asumió el cargo en junio, la policía ha matado a 2.555 sospechosos de narcotráfico, y cerca de 4.000 personas han muerto en circunstancias desconocidas.
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En contra. Varios críticos con el presidente, entre ellos el exmandatario Benigno Aquino y la vicepresidenta Leni Robredo, elegida en un comicio distinto al de Duterte, participaron en una manifestación para celebrar el 31 aniversario de la victoria del movimiento prodemocrático que acabó con la dictadura de Ferdinand Marcos.
Algunos de los presentes en esa reunión criticaron las ejecuciones promovidas por el Gobierno, muchas de las cuales fueron calificadas de asesinatos estatales por oenegés internacionales.
Tras encabezar una manifestación en la que participaron cerca de 1.000 personas, Bonifacio Ilagan, un dramaturgo torturado por la policía en los años setenta cuando Marcos decretó la ley marcial, criticó la "cultura de la impunidad" que rodea la política antidrogas de Duterte.
"Alertamos a nuestro pueblo sobre la amenaza del fascismo creciente", dijo Bonifacio Ilagan tras encabezar otra manifestación que congregó a más de 1.000 personas en la capital.
Ilagan, al que la policía torturó durante dos años cuando Marcos decretó la ley marcial en los setenta, también criticó la "cultura de impunidad" que rodea la política antidrogas del presidente filipino.
Duterte, que considera a Marcos como uno de los mejores presidentes de la historia de Filipinas, no ha descartado recurrir a la ley marcial para evitar lo que describe como una transformación del país en narcoestado.
La marcha se dio solo un día después de que la senadora Leila de Lima, principal opositora a la sangrienta guerra contra la droga del presidente filipino, fuera detenida tras ser acusada de narcotráfico.
En una declaración a la prensa poco antes de entregarse a la policía, la senadora Leila de Lima dijo ser inocente de las acusaciones que pesan sobre ella y que pueden costarle una cadena perpetua, y prometió seguir manifestándose contra la "opresión" del Gobierno.
"No son ciertos los cargos de que me beneficié del narcotráfico, de que recibí dinero y protegí a narcotraficantes", declaró De Lima.