La Habana. EFE y AP Natalia Naty Revuelta Clews, la mujer que mantuvo un conocido romance con Fidel Castro en los albores de la Revolución que lo llevó al poder en 1959 y madre de la “hija rebelde” del líder revolucionario, murió el pasado fin de semana a los 89 años en La Habana.
Naty es la madre de Alina Fernández, el fruto de su apasionada relación con Castro, a quien conoció en noviembre de 1952 durante un acto en la escalinata de la Universidad de La Habana, celebrado bajo un apagón y rodeado de la policía del régimen de Fulgencio Batista, contra el que ambos luchaban.
Por aquellas fechas, Revuelta estaba casada con el médico cardiólogo Orlando Fernández, con quien tenía una hija, alternaba con la alta sociedad de La Habana y ocupaba un puesto en la Oficina regional para Centroamérica y el Caribe de la compañía estadounidense Esso Standard Oil, según contó ella misma en una biografía facilitada a EFE hace algunos años.
Revuelta, quien falleció por un enfisema pulmonar, fue activista del Partido del Pueblo Cubano (ortodoxo) fundado por Eduardo Chibás en 1947, al que también perteneció Castro.
Obnubilada. La chica de sociedad entregó sus ahorros de 6.000 pesos cubanos equivalente a la misma cantidad en dólares, empeñó sus joyas para apoyar la causa revolucionaria y en particular ayudó con los preparativos del ataque al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, que falló y llevó a Castro a la cárcel.
Para entonces ya se escribían constantemente cartas de amor.
Castro fue amnistiado en 1955 y pasó 53 días en La Habana antes de irse a México. Revuelta quedó embarazada entonces, pero no le dijo nada al dirigente.
Cuando se lo informó, Castro le pidió viajar a México para casarse, pero Natalia se negó. En marzo de 1956 nació Alina, la hija de ambos.
El marido de Revuelta le dio su apellido y a los 12 años la niña fue informada por su padre biológico de que la reconocería, pero la joven no aceptó, según ella misma narró en su libro Alina. Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro, publicado en los años 90.
Fernández salió de Cuba en 1993 disfrazada de turista española y se convirtió en una dura crítica del Gobierno de los Castro.
Distante. Luego de ascender al poder en 1959, Castro mantuvo distancia de Revuelta, quien se separó de su marido, pero se quedó en la isla y se la solía ver en recepciones de embajadas extranjeras elegante y enjoyada, aunque cada vez salía menos.
En una entrevista con el periódico La Vanguardia de España dijo que Castro siempre “puso su proyecto (revolucionario) muy por encima de su vida privada” y reconoció que le costó muchos años sacarlo de su corazón.