Nueva York. El escándalo crece en Estados Unidos después de la muerte el sábado en prisión del millonario financiero Jeffrey Epstein, pues muchos creen que este sexagenario con numerosas conexiones con el poder pudo haber sido asesinado en lugar de haberse suicidado.
La teorías del complot, retomadas por el presidente Donald Trump, y la exigencia de una investigación independiente alimentan el escándalo.
El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, quien se dijo el sábado “horrorizado”, anunció que se abrieron dos investigaciones, una del FBI y otra conducida por los servicios del Departamento de Justicia, sobre la muerte de este hombre que aparentemente falleció ahorcado y que por mucho tiempo fue una figura del jetset, antes de ser encarcelado en Nueva York a principios de julio por múltiples agresiones presuntamente contra mujeres menores de edad.
Las dudas se vieron reforzadas el domingo por revelaciones de The New York Times. Funcionarios de prisiones citados de manera anónima por el diario reconocieron que no se respetaron los procedimientos de seguimiento del detenido: no se habían realizado rondas, programadas cada 30 minutos, y estaba solo en su celda, aunque la regla es que siempre debían ser dos.
Epstein, de 66 años, estaba acusado de hacer que decenas de menores fueran a sus lujosas residencias, especialmente en Nueva York y en Florida, donde las forzaba a hacerle “masajes” que casi siempre se convertían en sexo forzado.
Sin esperar los resultados de las investigaciones anunciadas, muchos quieren creer en el asesinato de este hombre que había invitado a tantas personas poderosas a sus jets o fiestas privadas —incluidos Trump, Bill Clinton o el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II—, pues durante su proceso judicial algunos de ellos podrían haber sido —quizás no objetivos de la justicia— pero sí al menos blanco de vergüenza.
Trump alentó en Twitter esta avalancha de especulaciones sobre un posible asesinato, reunidas bajo la etiqueta “#EpsteinMurder”: el sábado por la noche difundió el vídeo publicado por el actor Terrence Williams, diciendo que Epstein “tenía información sobre (el expresidente) Bill Clinton” y sugiriendo que eso estaría relacionado con su muerte.
LEA MÁS: El magnate estadounidense Jeffrey Epstein se suicidó en prisión
“Enoja a la gente”
Ese retuit que fue denunciado el domingo por varios candidatos demócratas a las presidenciales de 2020, entre los que están el texano Beto O'Rourke y el senador de Nueva Jersey Cory Booker.
“Lo que (Trump) hace es peligroso: no sólo da vida a las teorías de conspiración, sino que también hace que la gente se enoje contra algunas personas”, dijo Booker.
Para atizar las teorías conspirativas, que siempre encienden las redes sociales, muchos destacaron las casi 2.000 páginas de documentos judiciales publicadas el viernes, detallando las acusaciones contra Epstein de una mujer llamada Virginia Giuffre en una demanda civil.
Ella cita a varios políticos con los que supuestamente Epstein la obligó a tener relaciones sexuales. Todos lo negaron.
Otra interrogante es que la prisión federal donde se encontraba Epstein, el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, tiene fama de ser una de las más seguras del país. En sus instalaciones estuvo encerrado hasta julio el narcotraficante mexicano Joaquín “Chapo” Guzmán, que protagonizó dos espectaculares fugas en México.
LEA MÁS: Así construyó el magnate Jeffrey Epstein su red de víctimas sexuales
¿Vigilancia relajada?
Incluso sin suscribirse a las teorías de la conspiración, muchos se preguntaron por qué Epstein no se había beneficiado —desde el 29 de julio, según varios informes de medios de comunicación— de una mayor vigilancia antisuicida, a pesar de que aparentemente había hecho un primer intento el 23 de julio.
En esa ocasión lo encontraron acostado en su celda con marcas en el cuello, aunque sus heridas no eran graves.
“Los pedófilos acusados de delitos federales tienen un alto riesgo de suicidio" y “requieren atención especial”, dijo en Twitter el exsecretario adjunto de Justicia Rod Rosenstein.
Algunos comentaristas no descartaron la posibilidad de que Epstein pudiera, gracias a su dinero, haber recibido ayuda dentro de la institución.
Sin embargo, los expertos en el sistema de justicia han argumentado que los suicidios son un problema creciente pero mal documentado en las prisiones estadounidenses.
En 2014, el último año del que se dispone de cifras según The Atlantic, 249 personas se suicidaron sólo en prisiones federales y estatales.
En medio de este torbellino de información e indignación y teorías conspirativas tras la muerte de Epstein en la cárcel, varias presuntas víctimas lamentaron que ello les impida obtener justicia, aunque el fiscal federal de Manhattan prometió el sábado por la noche continuar la investigación y exponer a sus posibles cómplices, sin excluir nuevos cargos.