Moscú. AFP. Boris Yeltsin, el primer presidente de la Rusia postsoviética, en la que introdujo el capitalismo y la democracia, falleció ayer a los 76 años a causa de un repentino ataque al corazón.
“El expresidente ruso Boris Yeltsin murió hoy en el hospital Central (de Moscú) debido a una insuficiencia cardiovascular”, declaró Serguei Mironov, jefe del departamento médico del Kremlin, a la agencia Interfax.
Yeltsin –que sufría problemas cardíacos desde hace más de dos décadas– fue el primer presidente de la Rusia postsoviética; antecedió en el cargo a Vladimir Putin, a quien él mismo eligió como su “delfín” político para sucederle en la jefatura del Estado ruso.
El exmandatario será inhumado el miércoles, declarado día de duelo nacional en Rusia.
Pasará a la historia como el hombre que expulsó a los comunistas del poder en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, y condujo a Rusia por el camino de las reformas democráticas antes de rendirse años después a la enfermedad y la impopularidad.
Aunque inicialmente fue admirado por su desafío al monolítico sistema soviético, hoy en día muchos rusos lo recuerdan como el responsable del declive de lo que fue otrora una superpotencia mundial.
Fue una figura llena de contradicciones, ganando popularidad en la era comunista con promesas de acabar con la corrupción, pero mostrándose incapaz de evitar el saqueo de la industria estatal cuando pasó a manos privadas durante sus nueve años como primer presidente electo de Rusia.
Defendió vehementemente la libertad de prensa, pero fue un maestro de la manipulación. Acumuló un enorme poder durante su presidencia, y lo cedió todo dramáticamente en un discurso de fin de año en 1999.
Los grandes momentos de Yeltsin se produjeron en oleadas. Se paró encima de un tanque para resistir un intento de golpe de Estado de militares conservadores en agosto de 1991, y encabezó el fin pacífico del Estado soviético el 25 de diciembre de ese año.
Aciertos y errores. Dañó sus credenciales democráticas al usar la fuerza para resolver disputas políticas, aunque siempre dijo que sus acciones fueron necesarias para mantener al país unido.
Yeltsin lanzó una guerra contra rebeldes separatistas en la sureña república de Chechenia, un conflicto que sigue sin solución y que ha causado la muerte de decenas de miles de personas.
Mijail Gorbachov, el último presidente soviético, resumió la complejidad del legado de Yeltsin en una declaración de condolencia minutos después de anunciarse la muerte. Se refirió a Yeltsin como alguien sobre cuyos hombros pesan tanto grandes hazañas a favor del país, así como graves errores.
El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que una “nueva Rusia democrática, un Estado libre abierto al mundo” nació gracias a él.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se sumó a la larga lista de líderes mundiales que rindieron homenaje a Yeltsin al decir que es una “figura histórica que sirvió a su país en un período de cambio fundamental”.