“Quiero aportar lo mío para que eso no pase nunca más”, señaló la joven como parte de las primeras declaraciones que salieron a la luz pública.
Por otra parte, la muchacha señaló que también desea ayudar a las personas que sufren hambre en África, ya que “de experiencia propia” sabe lo que significa tener hambre y como humilla a las personas.
En todo caso, agregó, “lo más importante es ayudar a todas aquellas personas que pasaron por los mismo que me sucedió a mí”, dijo Kampusch.
A la pregunta de si cree en Dios, la joven contestó: “bueno, es muy ambivalente, pero sí creo un poco”.
Comentó que al principio de su captura rezaba, pero luego dejó de hacerlo porque “el criminal (Priklopil) también rezaba. Y eso no puede ser. Yo pienso que también Fidel Castro reza”.
Por otra parte, Kampusch dijo en sus declaraciones que todavía no sabe si va a escribir un libro sobre sus experiencias.
Aseguró que durante su cautiverio tuvo problemas de circulación que le hacían sentir taquicardia y mareos, y que pese a ello su captor le obligaba a transportar cubos con tierra para una obra en el jardín.
Contó que solía estar encerrada en el escondrijo cuando su secuestrador, “el criminal”, como lo llama, tenía visitas en la casa, sobre todo durante los fines de semana.