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Notre Dame: ¿por qué son famosos el Jorobado, la Puerta del diablo y las Gárgolas?

Recordamos la obra universal de Víctor Hugo y al verdadero jorobado de Notre Dame que inspiró al escritor, rescatamos la leyenda de una maldición demoníaca que todavía se cuenta en la catedral, y explicamos el origen de las gárgolas que vigilan París.

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Si antes del incendio de este lunes 15 de abril la catedral de París no era el edificio religioso más famoso del mundo, ahora lo es. Notre Dame estuvo a la merced del fuego por más de seis horas y su aguja central colapsó, pero su estructura principal y su célebre fachada con las dos imponentes torres se salvaron de la destrucción. También su historia, riquísima y universal, ha sobrevivido.

Aquí repasamos tres de los aspectos culturales e históricos más conocidos en todo el mundo sobre Notre Dame de París: el Jorobado, la Puerta del Diablo y las gárgolas.

El Jorobado que sí existió

La introducción mundial de este personaje data de 1831, cuando se publicó la novela histórica Nuestra Señora de París, escrita por Víctor Hugo.

Esta obra narra la historia de Esmeralda, una gitana bailarina de gran belleza; de Quasimodo, un joven sordo deforme con una pronunciada joroba que hacía sonar las campanas en Notre Dame; y del diácono de la catedral Claude Frollo, padre adoptivo del campanero.

La historia es triste. Esmeralda suscita la admiración de quien la mira por su gracia física y sus bailes populares. Incluso el religioso Frollo sucumbe ante su beldad, y envía a Quasimodo a que rapte para él. El pretexto que dará, claro, es que el rapto es para “salvarla” de los demás gitanos, vistos casi como parias.

El plan de Frollo es frustrado por las autoridades, cuando un capitán detiene a Quasimodo y se lo condena a la lesión corporal o muerte pública. El jorobado recibe una paliza en una plaza. El pueblo parisino descarga sobre él toda clase de insultos y desprecios por su crimen y por su fealdad.

Manuscrito de Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo (1831).

El suplicio del joven es detenido por la propia Esmeralda, que se apiada de él y le lleva agua al patíbulo. Quasimodo se sorprende porque no está habituado a los buenos tratos. Los dos personajes entrelazan sus caminos y ambos se convierten en víctimas de una sociedad llena de desesperanza, sufrimiento e injusticia para los desposeídos, mientras los poderosos se salen con las suyas.

Esa es el argumento de la novela, pero más de 100 años después de su publicación, un documento del archivo de la Galería de Arte Tate reveló que el jorobado sí existió.

National Geographic escribió un artículo al respecto. El jorobado aparece en las memorias de Henry Sibson (1795-1870), un escultor británico contratado para la reparación de la catedral en los años descritos por Víctor Hugo.

En el relato de Sibson hay referencias a un solitario escultor jorobado que también habría sido contratado por el gobierno y al que no le gustaba mezclarse con sus compañeros.

Es muy probable que este jorobado fuese la inspiración de Hugo, pero en las memorias de Sibson no aparece ninguna mención de Esmeralda ni de otra gitana.

Representación de Quasimodo en la comedia musical de Disney.

La Puerta del diablo

Edificios como Notre Dame, que ven nacer y morir a miles de ciudadanos a lo largo de ocho siglos, son escenarios propicios para la creación y propagación de mitos y relatos sobrenaturales. No únicamente en los textos sino en la tradición oral.

Cuenta una leyenda parisina que en el siglo XIII, la elaboración de decoramientos arabescos de la puerta lateral de Santa Ana, en la catedral, le fue encargada a un joven herrero llamado Biscornet.

El obrero era laborioso y ambicioso, pero la misión lo sobrepasaba, así que para terminar su misión, Biscornet habría invocado al diablo para ayudarlo a completar su tarea. El precio era alto: el diablo lo ayudaría a cambio de su alma.

Según lo que se cuenta todavía en el siglo XXI, el diablo le habría respondido al joven estas palabras: “Soy el diablo. Si quieres pactar conmigo, serás el herrero más agudo y podrás terminar cuantas obras te propongas”.

Así lo hizo Biscornet. Logró decorar la puerta Santa Ana del templo de Dios con una fineza impresionante, pero el día de su inauguración, la puerta no abrió.

La Puerta de Santa Ana, con los arabescos de hierro sobre madera que habría hecho Biscornet.

Los religiosos tuvieron que echarle abundante agua bendita a la puerta para que cediera, y a los pocos días Biscornet fue encontrado muerto en una calle cercana, en París.

Así, a la Puerta de Santa Ana se le conoce popularmente como la Puerta del diablo.

Cabe resaltar que ni esa ni las otras dos puertas tenían entonces las decoraciones que tienen hoy. Los marcos eran mucho más simples al comienzo. Los arabescos como los que hizo Biscornet fueron la única decoración por siglos. Cuando el arquitecto Eugene Viollet-le-Duc lideró las remodelaciones del siglo XIX, también se realizaron detallados ornamentos en cada entrada, visitadas ahora por más de 13 millones de personas cada año.

Ojo: Sobre Biscornet no hay mucha información, pero su nombre, formado por “bis”, que significa “dos”, y “cornet”, que viene de “cuernos”, remite a “dos cuernos”, como las figuras conocidas del demonio. Es posible que nunca haya existido este joven, pero su leyenda data de muchos siglos.

Detalle de los arabescos.

Las famosas gárgolas

Las conocidas gárgolas de la catedral son ni más ni menos que tuberías. De hecho, esta es una de las definiciones de la palabra “gárgola” que arroja el diccionario de la RAE:

“Parte final del caño, por lo común adornada con figuras fantásticas, que sobresale del muro en forma de ménsula y da salida al agua de los tejados, terrazas o fuentes”.

En Notre Dame las gárgolas son tuberías inteligentes, que conducen el agua de lluvia al vacío para que no corra sobre los muros de piedra, que podrían degradarse.

Estas tuberías estilizadas con la forma de grotescas criaturas mitológicas fueron instaladas en lo alto de la catedral a partir de 1844, cuando inicia el programa de restauración liderado por los arquitectos Eugene Viollet-le-Duc y Jean Baptiste-Antoine Lassus.

Una de las gárgolas de Notre Dame, antes del incendio de 2019.

En la catedral hay 54 figuras de estas, inspiradas presuntamente por la mencionada novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de París, cuyo personaje Quasimodo frecuentaba sobre todo las venas más altas de Notre Dame, por sus labores de campanero.

De hecho, se cree que todo el programa de mantenimiento de mediados del siglo XIX fue inspirado por la obra de Hugo de 1831.

En el prólogo de la misma, Hugo se quejaba del trato que recibían monumentos medievales y iglesias de siglos en París.

El autor llamó “inadmisible” el estado en el que se encontraba Notre Dame para 1831, y tras el éxito de su novela y un movimiento de opinión pública, las autoridades hicieron un concurso para que varios arquitectos presentaran propuestas de remodelación del edificio. Ganaron los mencionados Viollet-le-Duc y Lassus, y Víctor Hugo logró su objetivo.

Notre Dame a finales del siglo XIX.
Fabrice Le Lous

Fabrice Le Lous

Periodista. Director de La Nación. Antes fue director de El Financiero de Costa Rica y editor en La Prensa de Nicaragua. También fue consultor para Latinoamérica de Solutions Journalism Network (SJN). Ha sido jurado de los premios internacionales de periodismo Gabo, Roche y GDA. Especializado en periodismo de soluciones, reportajes y análisis.

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